ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Es posible que al leer esta reflexión algunos digan: ¡caramba!, prácticamente acabamos de empezar y ¿ya están hablando de este tema?

Sin embargo, otros entenderán que la vida nos ha enseñado a ser proactivos y por tanto, es mejor poner el dedo antes, y ni siquiera esperar a que se abra la llaga. Así, habrá más posibilidades de éxito, y menos margen para lamentar lo que pudimos avisorar a tiempo.

Este comentario va de un tema que no por conocido y tratado de muchas maneras debe dejarse de la mano. Si lo traigo a colación es porque, no tengo duda alguna: el país ha anunciado otro paso para el restablecimiento y control de su mercado cambiario, pero alerto sobre aquellos que de seguro se están afilando los dientes, y no precisamente para bien.

Si queremos entender de qué se trata el asunto, hagamos un poco de historia. No es un secreto que en el pasado reciente, en los alrededores de nuestras tiendas recaudadoras de divisas y de las Cadecas, merodeaban personas cuya única ocupación se circunscribía a la compra-venta de CUC, y por aquel entonces en menor medida, de dólares estadounidenses. De manera informal, claro está.

Aunque lógicamente, se trataba de una actividad ilegal llegó a naturalizarse tanto, que las acciones de enfrentamiento no fueron, en general, efectivas porque muchos cubanos y cubanas acudían a ellos para evadir el tiempo de espera que casi siempre implicaba entrar a la Cadeca.

Cuando la situación de la pandemia, combinada con el bloqueo –casi más asfixiante que la neumonía producida por la COVID–, dieron lugar a la escasez de productos y crecieron interminables las colas, muchos de esos ciudadanos, asumieron de inmediato el rol de revendedores, complejizando aún más el entorno, y generando descontento en el pueblo, lo que movió disímiles medidas para impedir que lucraran a costa de la necesidad ajena.

La coincidencia en el tiempo de las causas descritas con la implementación de la impostergable Tarea Ordenamiento, provocó altos niveles de inflación y de manera inevitable se produjo cierta distorsión de los objetivos trazados por el país. La carencia de divisas, que ya se manifestaba desde antes, también debido a los efectos del bloqueo y sus amplias áreas de influencia, impidió que Cuba sostuviera el mercado cambiario, pues nuestra condición humanista no abre posibilidad alguna para la aplicación de medidas de choque, y las pocas divisas de que se disponía estaban destinadas, y aún lo están de forma prioritaria, a respaldar conquistas revolucionarias que son irrenunciables.

En ese contexto, como era de esperarse, tomó auge un mercado cambiario informal, que poco o nada tiene en cuenta tasas de cambio o márgenes comerciales justos.

Cuando recientemente, en el seno del Parlamento cubano se anunció la reapertura de ese servicio, una vez más pudimos comprobar que nuestro Estado no miente y que, pese a la complejidad del panorama económico, no se dejó de trabajar en función de crear las condiciones para dar ese paso, en respuesta a un latente reclamo de la población. Primero se anunció la compra y, una vez más, se movieron las fichas «por la izquierda», con precios superiores a los estatales, con el fin de sostener el control sobre las divisas circulantes.  Ahora, iniciada la venta, habrá que dar, no tengo duda alguna, un cuidadoso seguimiento al tema.

La causa esencial es que aún no existe disponibilidad suficiente y la venta está condicionada por la captación que se haga, lo que implica limitar el total de compra. Pero, ¿qué sucederá si permitimos que esos revendedores, se apoderen del espacio de las Cadecas, monopolicen las colas y por ende, lleven a sus bolsillos lo que con un esfuerzo nada despreciable, se pone hoy nuevamente a disposición del pueblo?

La conclusión es sencilla: la medida no podrá surtir el efecto esperado.

Mucho habrá que hacer ahora para fortalecer el control estatal y popular.  Ambos a la par, pues si bien soy incapaz de cuestionar la ética de los trabajadores de esos establecimientos, también el pasado reciente nos demostró que muchas veces el éxito de un revendedor, respondía a sus «contactos a lo interno», aunque no fuera la generalidad. Por otra parte, está el hecho de que la población denuncie a tiempo, de que defienda sus derechos y cierre el paso a los que, de forma inescrupulosa, traten de violarlos.

Dice un refrán popular que «guerra avisada no mata soldados». Ojalá tengamos la visión necesaria para entenderlo y tomar las medidas en el momento justo, porque permitir que suceda, califica como una ingenuidad de marca mayor, cuyo principal perjudicado será el pueblo.

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Yodelkis león dijo:

1

4 de mayo de 2023

08:31:39


Leidys antes que todo un saludo me preocupa el problema de las dietas en mi mercado #20 en bahía ase 4 meses q no la dan y no te dan esplicacion al respecto no sé q está pasando al respecto