Son disímiles los aspectos que hacen de la nuestra una sociedad excepcional. Probablemente, la razón principal de esta irrefutable verdad parta de los principios de equidad y justicia por los que hemos apostado, una vez que emprendimos el camino del socialismo hace ya más de seis décadas.
Sortear las adversidades ha sido un aprendizaje constante con el que, lejos de debilitarnos o asumir una postura conformista, nos hemos fortalecido, bajo la premisa de la unidad como carta de triunfo y punto de partida ante los más duros obstáculos.
Pero, ¿qué hay detrás de nuestra fuerza, del éxito de un modelo social que, pese a todo, se mantiene en pie? Podríamos enumerar un sinfín de razones, pero hay un término que utilizamos muchas veces sin medir su verdadero alcance, y que ha sido clave en nuestra cultura de resistencia: voluntad política.
Lo cierto es que con bastante frecuencia, al referirnos a lo que son, a todas luces, indiscutibles logros de la Revolución Cubana, solemos decir que este o aquel ha sido posible porque existe «voluntad política», que aspiramos a una sociedad mejor, que nos proponemos metas ambiciosas, porque existe «voluntad política», que logramos salir adelante, porque existe «voluntad política».
Esa certeza nos provee a su vez de la confianza de que estamos ciertamente protegidos, amparados por una visión esperanzadora, positiva, que se inclina siempre a sobreponer las alternativas a las justificaciones, y que responde a un hacer coherente con las bases ideológicas que sostienen al socialismo cubano.
Todo eso es verídico. Sin embargo, lo que sucede es que limitamos ese concepto y lo circunscribimos únicamente a la postura que asumen nuestros máximos dirigentes, o las personas que de una forma u otra tienen poder de decisión.
Si bien es cierto que la disposición de esos actores sociales al hacer desde la transparencia, a volcarse en pos del bien colectivo, es decisiva para nuestro progreso social, si fuera solo eso, hace ya mucho tiempo que el enemigo habría logrado su objetivo.
En nuestro país, las decisiones de quienes ocupan los cargos más altos en la conducción de la sociedad, parten siempre de la justa expresión de intereses colectivos, porque aquí la voluntad política no responde a una artimaña demagógica que contribuya al engaño de las masas ni que permita camuflar el populismo como estrategia electoral.
En Cuba, la política es entendida como una herramienta para edificar los pilares de justicia social que defendemos, y no como medio de enriquecimiento personal o sustento de posiciones desiguales de poder.
Existen muchas maneras en las que se expresa la voluntad política, entendida como voluntad colectiva. Claros ejemplos son las constituciones, los sistemas de leyes y normas legales que rigen el orden social, la manera en la que se elige a los representantes del pueblo que, en nuestro caso, constituidos en Asamblea, velan por el interés superior de la mayoría, lo que se traduce en que, en el escaño en que se sientan desde un delegado, hasta un diputado, es como si se sentaran también miles, millones de personas.
Esos conceptos fueron entendidos rápidamente por Fidel, como líder histórico, por Raúl y por los que hoy, bajo el irrenunciable principio de continuidad, llevan adelante los destinos del país. Esa es la razón por la que en Cuba siempre se ha hablado de Poder Popular, porque es el pueblo el máximo rector de su propio destino.
También es ese el motivo por el que nuestro único Partido no existe con fines electorales, sino como una fuerza superior de dirección ideológica, que actúa en plena consonancia con el sentir de las masas.
Asumamos entonces que la voluntad política de la que se precia este país no es solo un derecho, es también responsabilidad de todos. Se trata de reconocer que, como individuos, somos parte de un todo que nos sobrepasa, en el que el egoísmo y la superficialidad pueden ser los mayores obstáculos al logro de los más grandes objetivos.
Nuestra decisión de apoyar el progreso, de contribuir a él, de abrazar una visión de país, de sentirnos parte de esa fuerza creadora que transforma pero no destruye, es la más alta expresión de la voluntad política del pueblo cubano.
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Www.actualidadcanarias.com dijo:
1
25 de julio de 2022
22:03:08
jose dijo:
2
3 de agosto de 2022
15:20:28
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