La batalla interna

El tiempo está a favor de los pequeños, pero no por ello deja de ser la variable social que domina nuestra particular dinámica de asediados. El país hace un colosal esfuerzo de transformación en el peor escenario geopolítico desde la caída del socialismo europeo. En muchos sentidos nos llegó la hora de los mameyes. El enemigo, sabiendo la particular coyuntura, se empeña en que no nos de tiempo a cambiar lo que tiene que ser cambiado. Ellos también sienten que, respecto a nosotros, les ha llegado la hora de los mameyes. Lo logran o derrotados verán pasar la que quizá sea su última oportunidad de derrotarnos en varias generaciones, si acaso tienen alguna vez otra oportunidad de lograrlo.

Pero el tiempo también está en contra de los pequeños si no apuramos el paso. No tenemos todo el tiempo del universo para cambiar mentalidades, ni lo tenemos para reparar roturas que son responsabilidad nuestra. No tenemos todo el tiempo del universo para atajar a la corrupción, para derrotar al burocratismo, para destrozar la desidia. No tenemos todo el tiempo del mundo para revertir la insensibilidad, para ahogar la incapacidad, para desenmascarar al oportunismo. No tenemos todo el tiempo del universo para salir adelante.

Porque no se trata de llamar al combate, se trata de combatir. No se trata de llamar a elevar la producción, se trata de producir. No se trata de llamar a liberar las fuerzas productivas, se trata de liberarlas. No se trata de llamar a mejorar los servicios, se trata de mejorarlos. Ni se trata de llamar a eliminar la corrupción, se trata de eliminarla. No se trata de llamar a destruir la burocracia, se trata de destruirla. No se trata de llamar a ser más eficientes, se trata de serlo. No se trata de llamar a mejorar la educación, se trata de mejorarla. No se trata de llamar a lograr más alimentos, se trata de lograrlos. No se trata de llamar a derrotar al bloqueo, se trata de derrotarlo. No se trata de llamar a ser autocríticos, se trata de serlo. No se trata de llamar a mejorar el periodismo, se trata de mejorarlo. No se trata de llamar a mejorar la comunicación social, se trata de mejorarla. No se trata de llamar a sumar, se trata de sumar. No se trata de llamar a rescatar la cultura, se trata de rescatarla. Porque no se trata de llamar a salvar la Revolución, se trata de salvarla.

Tampoco se trata de pretender que se combate, se trata de combatir. Tampoco se trata de pretender que se eleva la producción, se trata de elevarla. Tampoco se trata de pretender que se liberan las fuerzas productivas, se trata de liberarlas. Tampoco se trata de pretender que se mejoran los servicios, se trata de mejorarlos. Tampoco se trata de pretender que se elimina la corrupción, se trata de eliminarla. Tampoco se trata de pretender que se destruye la burocracia, se trata de destruirla. Tampoco se trata de pretender que se sea más eficientes, se trata de serlo. Tampoco se trata de pretender que se mejora la educación, se trata de mejorarla. Tampoco se trata de pretender que se logran más alimentos, se trata de lograrlos. Tampoco se trata de pretender que derrotamos al bloqueo, se trata de derrotarlo. Tampoco se trata de pretender ser autocríticos, se trata de serlo. Tampoco se trata de pretender mejorar el periodismo, se trata de mejorarlo. Tampoco se trata de pretender mejorar la comunicación social, se trata de mejorarla. Tampoco se trata de pretender sumar, se trata de sumar. Tampoco se trata de pretender rescatar la cultura, se trata de rescatarla. Porque tampoco se trata de pretender que se salva la Revolución, se trata de salvarla.

Recuerden que Fidel no llamó a asaltar el Moncada, lo asaltó. Fidel no llamó a desembarcar en el Granma, desembarcó. Fidel no llamó a entrar en la capital el 8 de enero, entró. Fidel no llamó a derrotar al invasor en Girón, lo derrotó. Fidel no llamó a resistir en la crisis de Octubre, resistió. Fidel no llamó a superar el derrumbe socialista, lo superó.

Fidel no nos pide que pretendamos que el socialismo es irreversible, nos toca hacerlo. Fidel no nos pide que pretendamos Patria o Muerte, nos toca vencer.