Negar la historia reciente de Cuba (los últimos 60 años) como leitmotiv para una causa política diferente no es una ofensa relevante al Gobierno, es una afrenta directa al pueblo cubano, el principal protagonista y hacedor de su realidad. Si, además, se ultraja la bandera, se denigra a José Martí, el himno nacional se convierte en burla y se olvida la Revolución de 1868, pues estaremos ante una tendencia apátrida, anexionista y, en el peor de los casos, colonizadora e imperialista.
Negar las glorias y los pesares, los aciertos y desaciertos del proceso revolucionario cubano es una actitud cuestionable y desleal. Mentir al negar los beneficios que han recibido, incluso los que nunca comulgaron con el sueño colectivo, no convierte a nadie en héroe.
Esa actitud tampoco sitúa a alguien en una posición de promotor de la justicia, estandarte de la libertad, ni en un «santo» juicioso, que se preocupa y lucha por la mejoría económica de nuestra gente. Todo lo contrario. Esa tendencia es una mentira gigante, manipuladora y peligrosa, que juega con los logros y las vicisitudes del pueblo cubano, y es una mentira que tiene no pocos seguidores (ingenuos, confundidos, malhechores y alguna gente sincera).
También quiero cambios en mi país (comenzaron hace rato), y lucho por un futuro mejor para mi Patria, pero no vilipendiando a los héroes, no denigrando símbolos ni intentando borrar una historia labrada con el sacrificio, la sangre y la hidalguía de verdaderos hombres y mujeres a los que les sobra la dignidad y la entereza.
Pudiera, incluso, dejar de ser necio, izquierdista y soñador (es bastante improbable), pero juro que nunca me convertiría en un vil mercenario, que «regala» su nación, mientras se arrodilla ante otra, reclamando que invadan la tierra que te vio nacer. Ni por tres dólares, ni por un millón de euros. Ya la historia refrendó el camino: Patria es humanidad, y Morir por la Patria es vivir.
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isidro dijo:
1
24 de febrero de 2021
06:17:52
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