Luisito Lechuga quiere ser Presidente de Cuba. Dice que una voz se lo indicó mientras dormía. Cuenta que tuvo que memorizar bien las palabras, porque se las dijeron en inglés. Los primeros en conocer la historia fueron los cuatro integrantes de su partido político, al que ellos habían bautizado con el pomposo nombre de Partido emancipador nacional de cubanos obreros. Pero dadas las limitadas capacidades intelectuales de los miembros, pasaron por alto que ninguno de los cinco era obrero y que las siglas en español daban por resultados nada más y nada menos que la palabra penco.
El grupúsculo se dedicó a suponer los escenarios de sus acciones futuras, encaminadas a lograr que el «elegido» por la providencia norteña pudiera ser el futuro presidente de la nación.
La primera gran conclusión a la que llegaron fue que debía autoproclamarse porque era poco probable que alguien, en su sano juicio, le prestara la más mínima atención.
Así las cosas, pensaron que había diferentes vías: una era hacer bulto, a partir de la suma de varios de sus congéneres, solo que en este punto se volvieron a encontrar con otra limitante: porque ni reuniendo a todos los integrantes de los grupúsculos aliados llenaban la plaza de una escuelita primaria.
La segunda variante que analizaron fue aprovechar alguna «cola» en tiempos de pandemia, para usar la congregación como mitin político, pero en el primer intento se fueron a pique, cuando una mujer acalorada, con la jaba en alto y el nasobuco vibrante, les dejó bien claro que podía faltar el pollo, pero no la dignidad.
Solo les quedaba la opción mediática, pero Lechuga confundía muchas palabras en sus discursos, tenía una ortografía de cromañón y decía cosas descabelladas, como en aquella ocasión en que aseguró: «En esta Isla lo que hace falta es un “Pérez”», en equivocada referencia a la palabra perestroika; aunque también fue célebre su respuesta cuando le preguntaron qué opinaba sobre las declaraciones de Irán sobre Estados Unidos y, muy campante, contestó: ¿Irán, el vecino?, a mí lo que diga me importa poco, es un envidioso y un comunista.
Al final, decidieron esperar un poquito más, a ver si a Luisito le llegaba algún otro consejo, o si la voz en inglés, que le hablaba en la noche, le ponía una meta más suave, más creíble y que rindiera beneficios, sin pasar muchas penas.


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Alejandro De La Torre Gonzalez dijo:
1
12 de febrero de 2021
08:34:48
Sandy dijo:
2
19 de febrero de 2021
22:35:50
Eric dijo:
3
25 de marzo de 2021
14:22:40
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