Mary Burns murió posiblemente de un infarto a los 40 años de edad, nunca se supo la causa real de su fallecimiento: se acostó a descansar y la hermana Lizzie la halló muerta. Era 1863, ya la segunda mitad del siglo XIX. Irlandesa de nacimiento, vivía en Manchester, donde las condiciones de vida de los obreros eran las más terribles de una Inglaterra industrial, y eso era decir mucho. Se trabajaba hasta 15 horas diarias por seis días a la semana, en condiciones depauperantes y extremas; la expectativa de vida de los nacidos en la ciudad no sobrepasaba los 28 años.
Las condiciones de vida no habían cambiado mucho desde que 44 años antes, en 1819, en la misma ciudad, cerca de la plaza St. Peter, más de
1 500 soldados, entre húsares, artilleros, caballería y policías, arremetieron contra una muchedumbre de cerca de 60 000 manifestantes pacíficos que protestaban por el derecho a votar, con el saldo de 18 muertos, incluyendo cuatro mujeres y un niño.
Se contabilizaron más de 700 heridos, algunos de gravedad, luego no se supo cuántos habían muerto resultado de las heridas.
Las leyes daban el derecho al voto solo a los hombres con determinada cantidad de riqueza reportada, lo que, en la práctica, significaba que solo el
2 % de los adultos tenía derecho al sufragio. Los hechos se conocieron como la Masacre de Peterloo.
De acuerdo con un testigo de la masacre, «la caballería arremetió sable sobre las cabezas. La muchedumbre era tan compacta que los caballos no lograban entrar y los sables comenzaron a cortar brazos e indefensas cabezas; los gritos y llantos se mezclaron con la horrible confusión».
El príncipe regente felicitó a los represores por mantener el orden y defender el derecho de las personas de bien, es decir, a la burguesía y a los nobles.
La masacre condujo al surgimiento del movimiento Chartista, el 28 de febrero de 1837, que pedía el voto para todos los hombres, entre otros derechos electorales como el voto secreto. Se quedaron cortos de solicitar el voto para la mujer, aunque hubo algunos de sus líderes que lo proclamaron abiertamente.
En abril de 1848, bajo el temor de una sublevación de los chartistas, el ejército fue movilizado para proteger a Londres, días después el parlamento rechazó la petición del movimiento.
Pocos años antes, en 1842, un joven prusiano de 22 años, hijo de burgueses, y con ideas demasiado radicales para su padre, fue enviado a Manchester, a las fábricas que este tenía junto a un socio, para alejarlo del extremismo de izquierda.
Con habilidad para varios idiomas y gusto por la bebida, frecuentaba bares, algunos de reputación nada buena. Allí conoció a la joven Mary Burns, probablemente en 1843, de quien se enamoró y con la que convivió hasta la muerte de ella.
Mary y su hermana le sirvieron de guía a Engels en sus incursiones en los barrios más pobres de Manchester, y su compañía no solo aseguraba que el joven acomodado no se perdiera, sino que, bajo su resguardo, pudiera deambular por aquellas calles llenas de violencia, sin ser asaltado.
Como resultado de lo que vio, Engels escribió ese testimonio tremendo que es Las condiciones de la clase trabajadora en Inglaterra, donde confiesa: «Quería verlos en sus propios hogares, observar su vida diaria, conversar con ustedes en sus propios entornos y desdichas, ser testigo de sus luchas contra el poder social y político de sus opresores. Eso he hecho. Deseché la compañía, las fiestas y las cenas, el vino del puerto, el champán de las clases medias y dediqué mis horas de descanso a encontrarme con los simples trabajadores».
Engels vivió por años una vida doble, empeñado en sostener financieramente a su amigo Marx, mientras este trabajaba de manera incansable en fundamentar teóricamente al comunismo.
Tenía sus aposentos oficiales en una parte pudiente de Manchester, mientras vivía una vida doble con Mary en barrios más humildes, donde en realidad pasaba la mayor parte de su tiempo. Usaba nombres falsos para ocultar su identidad y se mudaban frecuentemente.
La única pelea documentada entre Marx y Engels ocurrió a la muerte de Mary, en un intercambio epistolar Engels le protesta a su amigo entrañable, que este había sido frío e impersonal al escribirle sobre la muerte de su compañera, una carta posterior de Marx a su hermano de armas, subsanó el malentendido.
Luego de la sorpresiva muerte de Mary, Engels eventualmente recomenzó su vida sentimental al lado de Lizzie, la hermana de Mary. Se casó con ella 15 años después del fallecimiento de Mary, justo antes de la muerte de Lizzie. Engels no creía en el matrimonio burgués, se casó porque le hizo la promesa a Lizzie, quien moría de cáncer. Por amor dejó a un lado su posición y cedió.
De acuerdo con Paul Lafargue, yerno de Marx, Engels y Lizzie se mantuvieron en contacto cercano con los irlandeses humildes de Manchester e, incluso, insinúa que estos tuvieron participación en el rescate de los líderes independentistas Thomas Kelly y Timothy Deasy, detenidos por la policía inglesa.
Engels vivió pasando la vida de sus amores y de su hermano Carlos Marx, fiel en todas las cosas que hizo. Si Marx es el Prometeo de la clase obrera, Engels, quien cumple 200 años este 28 de noviembre, es su Atlas. Sostuvo, sobre sí, la gigantesca obra de su hermano para uso de todos los que se empeñan en lograr un mundo mejor.
Al conocer la masacre de Peterloo, Percy Shelley le escribió un poema a sus víctimas que tituló Las máscaras de la Anarquía. En ella invoca a los que luchan: Levántense como leones después de la matanza / en número invencible, / rompan las cadenas al suelo como rocío / que en el dormir han caído sobre ustedes / ustedes son muchos-ellos son pocos.
Doscientos años después seguimos batallando empeñados en vencer el avasallador poder de los pocos sin dar tregua, sin darnos descanso. Los muchos, Engels, te damos las gracias.
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Nidia Nelia dijo:
1
29 de noviembre de 2020
09:20:43
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