Nada pudo evitar que a la profe Elizabeth Ortiz se le hiciera llovizna la mirada al reencontrarse este 1ro. de septiembre con su única discípula Evín López, quien a cambio le regaló una «sonrisa con sus pupilas» y los gestos de sentirse tan a gusto como en casa.
Juntas otra vez en la pequeña aula de la escuela bayamesa Graciela Bustillos, donde han construido una complicidad tan especial como la enseñanza impartida en esa institución, Elizabeth y Evín retomaron, desde este martes, el complejo y maravilloso aprendizaje que en Cuba se pone a disposición de los pequeños con discapacidad mental, visual, auditiva o físico-motora.
«A nosotras el uso del nasobuco no nos va a afectar en la docencia, porque nuestro lenguaje va más allá de las palabras, no solo por la discapacidad que le limita el habla a esta jovencita de 16 años, sino porque nos basta con mirarnos para entendernos».
Por fortuna, la suya no es una experiencia singular. Historias estremecedoras de inclusión e integridad pueden encontrarse en cualquiera de las más de 300 instituciones cubanas preparadas para atender las necesidades educativas especiales; lo que ratifica por sí solo la voluntad política de una nación que no se desentiende de nadie, incluso en esta etapa difícil de lucha contra la COVID-19.
Y eso dice mucho, porque la Mayor de la Antillas, a pesar de andar siempre enfrentando las zancadillas económicas del bloqueo, apuesta entre sus prioridades por el desarrollo de la educación especial, que es la más sensible y humana de todas, porque exige de mayor comprensión, de esfuerzos redoblados, de multiplicadas dosis de paciencia, de una autopreparación profesional sistemática y rigurosa, y, sobre todo, demanda amor del bueno.
Es el desvelo de una Isla, que no solo se ocupó de los lápices, las libretas y hasta de equipos indispensables para que los infantes y jóvenes con limitaciones en el aprendizaje tuvieran una escuela lista este septiembre; sino también el empeño de que, según sus capacidades, muchos puedan continuar estudios en la enseñanza superior, o incorporarse a la vida laboral, o llegar a ser independientes en su entorno familiar y social.
Es más especial en Cuba porque llega a todos, desde el Vedado capitalino hasta el corazón mismo de la Sierra Maestra.
No en vano el pasado mes de junio la Unesco reconoció los logros de las políticas educativas del Gobierno cubano para garantizar una Educación inclusiva y de calidad, como un derecho humano fundamental.
Y aunque están las cifras que lo avalan, para constatarlo solo hay que llegarse a cualquiera de los planteles donde, desde este día 1ro., ya se comenzó a vivir el más «especial» de los rencuentros escolares.


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Raquel González Capdet dijo:
1
8 de septiembre de 2020
10:41:28
Raul Lopez dijo:
2
10 de septiembre de 2020
04:49:21
Maria de los Angeles Sánchez Sori dijo:
3
13 de septiembre de 2020
21:08:27
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