ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Encontrar la idea correcta, moldearla, desordenar una y otra vez la sintaxis, ponerla en su lugar. Regresar a la oración anterior, y como me gusta escribir a punta de pluma lo que realmente me inspira, tacharla, porque no es suficiente.

Esas son las primeras líneas, no he ido más lejos. Quiero que queden perfectas. Será porque escribir sobre mujeres y hombres valerosos me hace cuestionar si lo hago con la grandeza que merecen. Aunque estoy segura de que existen ideas mejores, lo sigo intentando. Hago de la agenda mi cuartel y del lapicero, el mejor de los fusiles.

Mientras, vienen los recuerdos de las lecciones de Historia de Cuba en el preuniversitario, e incluso, de cuando fui pionera; agradezco a mis profes por enseñarme a entender, a sentir, el significado de las acciones del 26 de julio de 1953. Vuelvo al papel. No obstante, me persiguen preguntas que aún no respondo.

¿Cómo describir un hecho que no viví, pero que considero proeza de cada cubano de antes y de ahora? ¿Qué decir sin caer en lugares comunes, a los que solo llena el reconocimiento sincero y retribución de buena fe?

La clave está en saber lo que opina un joven cubano sobre el Moncada, sobre la Generación del Centenario; pues si es de los agradecidos, de los tantos que habitamos este archipiélago, la respuesta es fácil. Dirá que se siente Fidel, Raúl, Abel, o Melba, o Haydée, porque las batallas de hoy necesitan de esos hombres y mujeres, tan humanos como monumentales por su vida y obra.

Por cada uno de los bravos que se aferraron a su estirpe libertadora aquel 26 de julio del pasado siglo, vive hoy un adolescente que por estos meses no dejó de ir a buscarle la leche a la vecina, resguardada para protegerse contra la pandemia; o la muchacha de Centro Habana, que dedica sus fines de semana a la parcela agrícola del barrio y de lunes a viernes estudia para hacerse veterinaria, como su abuelo.

Caminan con el honor de aquellos héroes los médicos, enfermeras, técnicos y laboratoristas cubanos que se enfrentan dentro y fuera de nuestras fronteras al mortal virus, así como los donantes voluntarios de sangre, quienes desde el anonimato salvan vidas.

La grandeza de esa juventud de 1953 está también en todos nosotros, en jóvenes economistas, artistas, agricultores, constructores, profesionales o no, y en los maestros, quienes educan a la próxima generación para que sean capaces de darle continuidad a la obra de aquellos que revivieron al Apóstol en el año de su centenario.

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José W. Valle Sánchez dijo:

1

23 de julio de 2020

07:40:49


Nuestra juventud, es continuadora de aquellos jovenes que asaltaros el Moncada, presente en las principales tareas de la revolución, como dignos herederos de esa generación de cubanos que ofrendaron su vida por el pueblo. Los jovenes se multiplican en cada labor y asumen los retos que en estos tiempos se presentan.

Alberto Gatcia dijo:

2

24 de julio de 2020

00:45:15


Los jóvenes del 53, que fueron al Moncada con Fidel, supieron ser hombres de su tiempo que asumieron el compromiso de luchar contra los males que afectaban a su patria, para rescatarla y que fuera como deseaba Marti "con todos y para el bien de todos". Los jovenes de hoy tienen el derecho y el deber de hacer lo mismo en otras condiciones, cumpliendo con el reclamo actual. Actuar siempre en beneficio del pueblo, como lo han hecho desde el 59, y ahora lo hace ante la pandemia y otras tareas que le ha impuesto y le impondrá la vida. Jóvenes ejemplares y consecuentes con su patria fueron Mella, Rubén Martínez Villena, Frank País, Abel, José Antonio Echevarría, que no dudaron en sacrificarlo todo por Cuba. Viva la juventud cubana !