ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Aun consciente de que el doctor Ernesto puede ser llamado a luchar contra la muerte en cualquier rincón del planeta, Amanda aceptó, extendió la mano para recibir su anillo y se comprometió a volver a decir «sí» en diciembre próximo, y a seguirlo a donde el deber lo llame, o a esperarlo una vez más. Es que quererse desde lejos y hablarse con el corazón no son retos nuevos para esta pareja de enamorados.

El joven especialista en Anestesiología y Reanimación, el doctor Luis Ernesto Oviedo Díaz, ha librado batallas campales en Venezuela y Brasil, y recientemente se enfrentó a la COVID-19 en Cuba; por lo que una vez más debió alejarse de la mujer que ama para liberar a su tierra del enemigo invisible y mortal que es el nuevo coronavirus, y en esta ocasión, además, para mantenerla a ella y al resto de la familia a salvo.

La llamada de la Directora provincial de Salud Pública en Artemisa y de la Directora del Hospital Ciro Redondo García, no los sorprendió. Ellos ya la esperaban desde hacía tiempo. Salvar vidas es un compromiso perenne de quienes visten la bata blanca.

Mientras Ernesto ayudaba a combatir esa agresiva enfermedad, ella aplaudía cada noche a las nueve por su héroe y por toda la liga de la resistencia que, como él, se escudan tras un caluroso traje que protege del contagio a esos valientes que se arriesgan en el frente de combate, que convierte a los hombres en titanes.     

¿Dónde será su próxima batalla? No lo sabe, pero se siente seguro, porque no hay arma más fuerte que la esperanza de volver a los brazos que se aman y saber que, como Residente, exvocalista de Calle 13, Amanda piensa que: «Si estás lejos no importa/ la luz de la tarde nos une/. De cerca o de lejos tú/ me subes el sistema inmune».

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