Si una ¿persona? fue capaz de dejarse caer en la calle, aparentar que estaba muerta, para la foto que dirá que así mueren por el virus en la Isla, ¿creería usted en su ingenuidad y gratuidad?
Si un ¿joven? alienta a otros al abandono de las pesquisas, de efectividad reconocida por expertos, como si no existiera un plan de lo que es necesario hacer en cada etapa de esta situación extraordinaria, ¿creería usted en su humanismo?
Si unos ¿ciudadanos? fomentan indisciplinas en las inevitables colas o trámites por las necesidades cotidianas, contra su organización, contra las fuerzas del orden, contra los que sí tratan de minimizar los riesgos de salir del aislamiento, ¿creería usted que son «infelices necesitados»?
Desde perfiles reales o falsos, sitios-basura anticubanos, «prensa libre» cautiva, leemos por minuto: ataques personales de descrédito con la más baja hechura a cualquiera que emita un criterio favorable a nuestro país; testimonios que repiten testimonios como si fueran propios; análisis sobre Cuba donde falta Cuba; frasecitas pomposas de quienes siempre nos criticaron por «pobres» y ahora nos exigen como «ricos»...
Es posible que quieran apuntarse en la lista de unos que viven lejitos, y se creen los cargos de dirección de este país, que ya se han repartido allá en los papeles...
Nada dirán contra la compra de las dos compañías que estuvieron dispuestas a vendernos respiradores, para que no pudieran hacerlo; nada dirán de que, en decisión insólita e imperdonable, se haya suspendido la ayuda financiera a la Organización Mundial de la Salud; ni de que, en gesto de emperador, los cheques de ayuda lleven un nombre propio: el mismo que paga los millones para la subversión en Cuba.
Si pudieran, votarían por su reelección, porque si no es reelecto: ¿de qué vivirían estos y otros parásitos? Así que, esos: ni ingenuos, ni gratuitos, ni humanistas, ni infelices necesitados.


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