ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

A 38 kilómetros de la ciudad capital de la provincia está el pueblo donde nací. Treinta ocho mil metros. Así calculé la distancia en una edad de pleno aprendizaje de las unidades de medida, y aquello me pareció abismal, sobre todo porque para ese entonces, era ese el punto más lejano al que llegaba desde mi casa.

Y lo fue hasta que, por primera vez, al menos ya con cierta conciencia, fui con mi papá al otro extremo de la Isla, desde donde procede la mitad de mi árbol genealógico. Ahí sí que estaba largo el camino. De Las Tunas a Pinar del Río, hablando en buen cubano, hay que dar tremenda rueda.

Así fueron creciendo las distancias de mi vida, y en algún momento calcularlas dejó de ser importante. Imagínense, si se me ocurría sumar los kilómetros de las veces que en cinco años recorrí el trecho entre el balcón del oriente y la ciudad de los tinajones, creo que le daría más vueltas al mundo que Julio Verne.

Tres años después de graduarme, me embarqué periodísticamente en un icónico yate, y con parte de su tripulación he recorrido casi todo el caimán, acortando las distancias entre mi corazón y los compañeros con los que cada día comparto estas páginas.

Mi récord personal en materia de longitudes espaciales, se rompió en aquella travesía aérea que me llevó hasta el país de la torre Eiffel, los Campos Elíseos, Édith Piaf, Cézanne o el famoso río Sena.

Sin embargo, la vida sorprende, y de qué manera. En un abrir y cerrar de ojos, comprendes que a veces las distancias más insignificantes, las que apenas cuentan en tu rutina de vida normal, pueden hacer la mayor diferencia. Y no es cosa mía, estoy segura de que hasta aquellos para los que mis más largas distancias son solo una pequeñísima línea en su mapa personal, han pensado hoy en eso.

A mis 30 años y con cierta geografía a mis espaldas, me toca entender que calcular muy bien la distancia de un metro, cien centímetros, mil milímetros, puede poner una barrera entre la tranquilidad y la incertidumbre, la indisciplina y la responsabilidad, la conciencia y la más perniciosa ignorancia. Porque en tiempos de covid-19, un metro, puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte.

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Daniel Fonseca Hernández dijo:

1

4 de abril de 2020

09:17:02


Es muy interesante lo que nos comentas y estoy de acuerdo con tigo en que la distancia de 100 centímetros puede hacer la diferencia entre tu seguridad y la de tu familia y espero que las personas tomen consciencia y mantengan la distancia unos de otros.

Ezequiel dijo:

2

4 de abril de 2020

11:56:55


Nos pone a prueba la disciplina, la responsabilidad y el amor al progimo.

Dispuesto dijo:

3

5 de abril de 2020

06:49:34


Sin embargo al ver tu tu mirada tierna y sincera mi distancia las mido en años, mi princesa periodista . al final no logre descubrir de que pedacito de Cuba eres.eso si palpo como logras hilvanar un relato para dejarnos claro el mensaje . y coincido en la seriedad del momento que vivimos y en el peligro que nos acecha del cual nada conocemos a no ser el cúmulo de tristeza que esta dejando a su paso estableciendo una gran distancia entre los que lo ponen todo al servicio del desvalido y los que les interesa un bledo la vida de los de a pie. he ahí la gran diferencia que nos distancia de ese capitalismo brutal y salvaje. Bien por ti .

Francois Beaudoin dijo:

4

5 de abril de 2020

20:28:33


Aqui en Québec, la distancia debe ser de 2 metros a raiz del efecto Aérosol, gracias por su artículo bien ilustrado.!Buena suerte mis amigos !

Patricio dijo:

5

26 de abril de 2020

19:35:32


La distancia te pareció abismal porque contaste treinta ocho mil, si hubieras contado TREINTA Y OCHO MIL te hubiese parecido mas cercano.