ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Mansa y llena de gracia, la lagartija recupera su cola si, por accidente, resulta mutilada. Similar capacidad de recuperación existe en numerosas especies que pueblan nuestro universo. La burocracia es una de ellas. Una y otra vez se emprenden campañas para extirparla, pero reaparece, perversa y prepotente, con la capacidad de multiplicación característica de las células malignas.

No es un fenómeno asociado tan solo al socialismo. Existe desde hace buen tiempo en otras partes, como lo advirtieron en su momento escritores de la talla de Balzac y Gógol, inscrito el primero en una Francia en plena expansión burguesa y, el otro, en una Rusia periférica, atrasada, en la que prevalecía todavía un régimen de servidumbre.

«Mal de muchos, consuelo de tontos», afirma, con su inveterada sabiduría, el refranero popular. Para nosotros, sin embargo, el problema tiene consecuencias aún mayores. Constituye una contradicción antagónica en un proceso de edificación socialista. Las plantas parasitarias, en lo más intrincado de la selva, succionan los elementos nutritivos de los árboles más poderosos. Los disecan y derrumban. En términos de patología social, la acción y el pensamiento burocráticos frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, inducen al estancamiento cuando es necesario imprimir una dinámica renovada, empañan la imagen del Estado cuando es inminente la reafirmación de su papel y, sobre todo, en medio de las dificultades bien conocidas, introduce innecesarias causas de malestar en el pueblo que habrá de desempeñar un creciente papel protagónico.

Recuerdo de mis estudios de bachillerato que la anatomía se centraba en la descripción de los órganos componentes del cuerpo humano. Teníamos en la escuela algunas muestras de huesos y una calavera con la que nos gustaba jugar en el intento por conjurar el miedo y como manifestación del desafío adolescente ante las regulaciones establecidas por la institución. En cambio, la fisiología era la ciencia consagrada al estudio del funcionamiento y las interacciones de los componentes de un cuerpo vivo. Ambas se complementan, aunque la anatomía, ilustrada en célebre cuadro de Rembrandt en época que se condenaba por heréticas tales investigaciones, se inclina, por parte de maestros y discípulos, sobre un cadáver. Siguiendo el curso de la metáfora, al atender el impostergable análisis del fenómeno burocrático, hay que repasar la historia y, bisturí en mano, entrarle al presente.

«Mi trabajo eres tú», decía una consigna olvidada desde tiempos que parecen remotos. En verdad, el burócrata es un servidor de la administración pública, de un país en Revolución, es decir, del pueblo. Como ciudadana y en tanto responsable de un minúsculo centro de trabajo, me siento víctima de la ineficiencia, de la falta de orientación, de la procrastinación —ese dejar para mañana lo que puede hacerse hoy—, de la proliferación infinita de gestiones y documentos, así como de la prepotencia característica de la conducta de algunos funcionarios. Como resultado de todo ello, paso de la exasperación a la parálisis.

Conscientes de los problemas que entraña, los dirigentes de la Revolución intentaron detener las tendencias burocráticas desde temprano. Tal y como ha sucedido en otros casos, la interpretación de las indicaciones dimanadas desde los más altos niveles cayó en manos de ejecutores complacientes y acomodados, víctimas ya de la bacteria transmisora de la patología del pensar burocrático. Con olvido de las esencias, cumplieron la tarea de manera formal. Hubo un cementerio de máquinas de escribir en los alrededores de la Calzada de Rancho Boyeros. En aquellos tempranos 60, el Comandante Ernesto Che Guevara advertía acerca de las deformaciones que pudieran derivarse de la confección de organigramas según modelos abstractos, sin tener en cuenta la necesidad de los cargos y las funciones que habrían de desempeñar los ocupantes de cada puesto de trabajo.

El burocratismo es un modo de actuar y de pensar. Integran esa patología la sordera creciente ante las razones del interlocutor y ante los asuntos que afectan a las masas. Más dañino y con más fuerza expansiva que el caracol africano, lo invade todo. Afecta al solicitante de tierras ociosas, a los reclamantes de los derechos concedidos para la reparación de viviendas, y se extiende hacia el mundo de la investigación y la Academia. Desde hace buen rato, me sentí espoleada por la necesidad de abordar el tema. No lo hice por no reiterar lo dicho en un trabajo anterior. Ahora no pretendo ofrecer las conclusiones de un análisis riguroso. Emito un llamado porque las circunstancias lo requieren con la mayor urgencia.

El aumento salarial en beneficio del sector presupuestado de la economía, en medio del calor aberrante del verano, ha producido beneplácito general. Muchos tendrán acceso a más productos en el agromercado. Las madres deben estar pensando en los zapatos y en los uniformes escolares de los niños en plena edad de crecimiento. Algunos disfrutarán otras opciones recreativas en los meses de vacaciones. No se necesita disponer de bola de cristal para discernir que no estamos ante una medida aislada. Es un primer paso para seguir avanzando en un reordenamiento integral. En ese contexto, para lograr los mejores resultados en el ahora y en el mañana, se impone librar un combate contra las actitudes burocráticas en todas las esferas de la sociedad. No habrá de tener tregua, porque conocemos la capacidad reproductiva del fenómeno. Semejante a la jicotea, protege cautelosamente la cabeza en el carapacho para asomarla luego, cuando pase el vendaval.

Como hipótesis inicial para conocer el fenómeno burocrático, me atrevo a apuntar dos categorías: el burócrata de ventanilla, y el que se refugia tras las mamparas, arropado a veces en el aire acondicionado. Con el de ventanilla, menos remunerado, tropezamos todos. Tiene el no pintado en el rostro, desconoce las normativas de una superioridad distante en el tiempo y el espacio. Escucha mal, desconcentrado, atento quizá a la mercancía que está a punto de llegar en el expendio más próximo.

Menos visible, el burócrata oculto tras las mamparas, inaccesible, envuelto en reuniones, sujeto a rutinas ya periclitadas, puede acarrear problemas de mayor envergadura, porque la acción en las circunstancias específicas de un área productiva determinada, demandan iniciativa y creatividad, exigen definir diseños atemperados a realidades diferenciadas, sin contravenir las normas que presiden el ordenamiento general del país.

Urge perfilar la profesionalidad de la administración, actualizar los principios éticos propios de cada área, tomar las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de la responsabilidad individual, nunca diluible en el anonimato de un colectivo, aunque este último ejerza el papel que le corresponde.

Hay que aprender a meter las manos en una realidad contradictoria, donde hoy, como siempre ha sido, se mezclan residuos anquilosados y voluntad renovadora. Para hacerlo, como lo entendieron Fidel y el Che y lo siguen haciendo Raúl y Díaz-Canel, se impone avivar el fuego purificador de la crítica y la autocrítica. Porque, como nunca antes, estamos abriendo caminos en el bosque para que nada interfiera la lucidez de la mirada, mientras despejamos de malas yerbas el sendero. (Tomado de Juventud Rebelde)

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Ian dijo:

1

15 de julio de 2019

04:06:54


Muy buen articulo, con las ventajas de la informatizacion la burocracia puede disminuir drasticamente. Con buenas bases de datos, algoritmos pensados con inteligencia y con actitud de servidor publico se puede facilitar la vida del cubano. Aprendamos de los que lo hacen bien y hagamozlo mejor! Saludos Ian

Fermín Manuel Fornaris Campa dijo:

2

15 de julio de 2019

10:03:18


¨Si el dinero, como dice Augier, viene al mundo con manchas de sangre en una mejilla, el capital lo hace chorreando sangre y lodo , por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies¨. Y junto con él viene la burocracia, y muchos males que heredamos del capitalismo y que son como un cáncer social. Martí, Maceo, Mella, Marx, Fidel, el Che, Raúl, Diaz-Canell, nos señalan el camino. Nosotros, el pueblo, somos quien tenemos que transitarlo y CONVENCER a los que se desvían. La BUROCRACIA, que sin ofender a los Burros, podríamos decirle BURROCRACIA, está en todas partes y en todos los niveles y en todas las cosas. Cuando pensamos y queremos que nuestros hijos sean como el Che, hay menos burocracia. Cuando hay sentido de pertenencia, hay menos burocracia. Cuando trabajamos con calidad, hay menos burocracia. Cuando hacemos el bien y no miramos a quien, y amamos y ayudamos al prójimo, hay menos burocracia, incluso ,sin ser creyente. Cuando miramos el porvenir con optimismo, y queremos ser parte de él, hay menos burocracia. Cuando creemos que si se puede, y trabajamos para eso, hay menos burocracia. Cuando actuamos por ser mas exportadores que importadores, prácticamente, no como consigna, hay menos burocracia. Cuando no nos acomodamos y no nos cansamos, y no somos individualistas, hay menos burocracia. Cuando pensamos como pais, y vamos por más,hay menos burocracia. Cuando creemos de verdad que Patria es Humanidad, hay menos burocracia. Cuando cumplimos el concepto de Revolución, eliminamos la BUROCRACIA.

Renato Peña dijo:

3

16 de julio de 2019

12:48:07


Excelente artículo,pues advierte un hecho que se da en todos los países, unos más otros menos, y en diversas actividades económicas, tanto productivas como de servicio y cambio, sean estas de dominio público, privado, mixto,etc. Sus orígenes o causas pueden ser de distinta índole, una manera de disminuir la cesantía al contar con más funcionarios donde bien uno o dos de ellos,pueden realizar las funciones que hoy, ejecutan diez; desconfianzas en los procesos lo que lleva a un interminable proceso de registros y más registros, firmas y más firmas; representación social donde aparecemos "importantes" ante nuestros demandantes,pues expresamos o tratamos de representar que tenemos poder; falta de análisis de sistemas que permitan,por la vía profesional y científica mejorar la eficiencia,contando ,ahora, con herramientas importantes como las TIC,; pero fundamentalmente,y concordamos en ello, la burocracia innecesaria y parasitaria,desenfoca los objetivos fundamentales que son,los cumplimientos de toda la sociedad en pos de las necesidades colectivas y el afianzamiento de las políticas de la revolución, en cuanto a resistencia al imperio como a la consecución de sus objetivos socialistas.Obviamente,habrán más causas.

Esmildo Alvarez Artiles dijo:

4

17 de julio de 2019

17:55:07


Su artículo, bien puede servir para muchos comentarios, pero bien podemos reflexionar que el sentido comun indica, que esta función del Estado exista, no quiere decir: con el desarrollo que se le ha facilitado y permitido convertir en un mal que mortifica tanto, hace eneficiete la economía, la calidad de muchas producciones y de casi todos los servicios. Deberiamos recordar a nuestro Fidel en el XX Aniversario de la dedsaparición física del Che y preguntarnos ¿Qué diría el Che de esta burocaracia en nuestro Socialismo? y seguro que respondería igual que en 1961 !el Socialismo no existe para que estos errores se mantengan! Pongamos la ciencia en interes de resolverlo y de seguro será el freno que necesita.

ANA JULIA dijo:

5

19 de julio de 2019

10:36:53


buenísimo comentario el de nuestra periodista como nos tiene acostumbrados ,ojala se les meta en el cuerpo y en la mente a todas aquellas personas que de una forma u otra contribuyen con este flagelo.