Una mujer embarazada es el mensaje de la naturaleza para decirnos que la vida sigue. Es un estado hermoso y un acontecimiento familiar de primer orden. Sobre todo en Cuba, donde nada es más importante que ese niño(a) que está en camino.
Cuando llega la noticia, ocurre una explosión de júbilo. Todo se transforma, se revuelve y aunque faltan más de ocho meses para el alumbramiento se ponen en marcha determinados «rituales» bastante comunes en toda Cuba.
El primer gran pensamiento y la intriga primigenia se le otorga al tema de género, apareciendo la eterna pregunta ¿hembra o varón?, para la cual en la época de mi infancia no había otra forma de conocer la respuesta que no fuera el propio parto, con su noticia sorpresa, que alegraba a algunos más que a otros, causando pesares a determinados «machotes» que querían a toda costa que el primero fuera pelotero y resultaba una damita, en tiempos en que las mujeres aún no jugaban pelota.
Mi abuela tenía su método propio, envolvía en dos paños separados unas tijeras y un cuchillo, los colocaba bajo los cojines en asientos distintos y pedía a cuanta barrigona la visitaba que se sentara en uno de los dos lugares al azar y si elegía cuchillo, pues varón, y si tijeras, hembra. No recuerdo si adivinó muchas veces, pero ella aseguraba que el método era infalible. Después llegaron los ultrasonidos y se acabó el experimento.
Luego viene el tema médico y a la futura madre le hacen más exámenes que a una aspirante a cosmonauta, le confeccionan no sé cuántos tarjetones, la pesan, la miden, la alimentan, la siguen y si es necesario la acuestan y de allí no se mueve hasta que todo esté en orden, ah! y sin cobrarle un centavo.
La canastilla es otro proceso interesante, sus partes y piezas son diversas. Es tal vez el componente más costoso de los preparativos y en dependencia de las aspiraciones familiares puede ser un conjunto gótico o un ensamblaje común. Algunos son felices con lo básico, otros ponen al bebé entre tantos cachivaches que si usted no anda claro termina haciéndole gracias a un peluche.
En el oriente del país, junto con la buena nueva de que viene la cigüeña, se inicia el proceso de lo que llamamos «Aliñado», un licor de frutas maceradas en alcohol que se añeja mientras el crío está en la barriga y que luego del nacimiento se brinda a los visitantes que llegan para conocer al nuevo integrante de la familia.
Es real que la situación económica del país es compleja y que todo gasto resulta engorroso y sacrificado, pero es muy difícil que en Cuba nazca un niño que no tenga las garantías para crecer seguro, aunque no crezca en cuna de oro y ninguna embarazada tiene el temor de quedar sin sus medicinas o sin sus tratamientos para llevar a feliz término su gestación, aunque ahora anden por el norte o por acá, algunos desquiciados, pretendiendo que regresen los tiempos en que parir no era tan seguro y donde más de 130 mujeres se morían por cada cien mil que tenían su parto.


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Gossip girl dijo:
1
7 de julio de 2019
10:06:01
yjackson dijo:
2
10 de agosto de 2019
20:58:20
Adriana Jimenez Martinez dijo:
3
27 de diciembre de 2019
11:13:21
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