¿Roma?

En la Roma antigua los gladiadores morían en la arena, mientras el público aplaudía el espectáculo con euforia. Corría la sangre, los cuerpos quedaban desmembrados en el suelo, pero la gente se regocijaba entre vítores y algarabía.

Otra arena emerge en los tiempos modernos, una arena digital nacida de las tecnologías, que pueden ser ángel y a la vez demonio. De teléfono en teléfono pasan las fotos de cuerpos, que sangran, deshechos, que sufrieron la fatalidad de un accidente, o la ira malvada de quien mata. Personas reducidas a cuerpos, despojados de sus sueños, expresiones, de su vida.

Los ojos se abren ante el horror. Acercan la imagen. Buscan los detalles. Olvidan que esos cuerpos que un día reían, besaban, amaban, también tienen familia: hijos, padres, hermanos, amigos. Olvidan que también pueden ser ellos quienes terminen en una foto como último recuerdo lamentable de su paso por el mundo.

Cuando el circo romano agrupaba multitudes, desde las gradas el público contemplaba, solo contemplaba, y hasta llegaba a disfrutar del fatal desenlace de los participantes en combate. Ahora también están quienes ante la desgracia ajena no ayudan, no ponen sus manos para socorrer, las tienen ocupadas, ocupadas en sus teléfonos. Solo filman y gozan el pequeño ¿placer? de compartir con todos el espanto que sus ojos vieron.

En la época de los emperadores, con el simple movimiento de un dedo podía decidirse el indulto, la salvación. En el siglo XXI, con un dedo se toca la pantalla, el pulgar para arriba representa un Me gusta, mientras las fotos se multiplican porque muchos las quieren ver, tener, guardar, como si no se reflejara un atroz dolor en cada una de ellas.

Dicen que la barbarie de las épocas pasadas ya no sucede, que la sociedad ha avanzado desde entonces. Dicen que ahora somos más civilizados, ¿será?