Encarnar a un monstruo procedente de la vida real y hacerlo verosímil en su complejidad humana es mérito de pocos actores, de ahí que ante la muerte de Bruno Ganz, a los 77 años de edad, haya que quitarse el sombrero.
Nadie como el suizo fue capaz de representar a un Hitler que no partiera de concepciones artísticas predeterminadas por genocidios y leyendas caricaturescas. Un Hitler inmerso en los últimos días de la barbarie, encerrado en el búnker de Berlín, auténtico en su megalomanía controlada (porque está muy lejos de vivir los mejores momentos), simpático en el instante de escoger a su nueva secretaria, tratando de ser afectuoso con aquellos niños soldados que, atrofiados por la propaganda nazi, se aprestaban a enfrentar el avance de las tropas soviéticas, nervioso, enfermo y al mismo tiempo negado a refrenar su tendencia a la hecatombe.
La película se titula El hundimiento, fue dirigida en el 2004 por Oliver Hirschbiegel, está basada en las memorias de Traudl Junge, la joven secretaria de Hitler, y tiene, entre otros méritos, el de entrarle de frente –60 años después de cerrado el conflicto– a la problemática alemana vinculada con la guerra y el nazismo, un tema que hasta entonces había sido tabú en ese país, cuya cinematografía evitó por todos los medios representar en pantalla al Führer.
En su preparación, el actor tomó clases para imitar el acento austriaco del dictador nazi y se reunió con enfermos de Parkinson, dispuesto a copiar el temblor de manos característico en Hitler hacia el final de su vida.
El resultado resultó sorprendente y ganó titulares en la prensa internacional.
Ya Bruno Ganz –actor autodidacta– había brillado en filmes como El amigo americano, El cielo sobre Berlín y Nosferatu, vampiro de la noche y era considerado entre los más valiosos representantes del teatro alemán, pero su Hitler de diablesca humanidad, sobre el que todavía se debate, terminó por encumbrarlo y traerlo a la memoria cada vez que se hace referencia al actor.
Un personaje que, según declarara el propio Ganz, lo obligó, durante los días de filmación, a «construir un muro en su mente» para distanciarse del dictador, con quien, por nada del mundo, quería pasar sus «noches en el hotel».
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Andrés dijo:
1
19 de febrero de 2019
09:10:57
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