Según la escritora mexicana Laura Esquivel, la mayor enfermedad de nuestra época es la depresión y el mayor mal, la angustia. Ese planteamiento, con magistral claridad, se acerca a uno de los grandes problemas del mundo moderno, que dotado de un arsenal de opciones que aplastan, se esparcen y venden, genera una carga adicional de enfermedades depresivas y personas tristes, a quienes «los apuros del tener» han dejado sin fuerzas y ganas para conseguir «la maravilla del ser».
Estar tristes es más complicado que el cubo de Rubik, tiene más engranajes que una moderna bóveda bancaria y te saca más lágrimas que una cebolla blanca. Resulta una compleja situación que nos pone a vivir como una abeja en un recipiente de cristal con la tapa agujereada; nos falta el aire y volamos a tientas descubriendo que la realidad del otro lado del vidrio sigue siendo bonita, pero no la disfrutamos.
Estar triste produce daltonismo, y se te pierden los colores que más se necesitan. Desata muchos vicios y tu estado de ánimo se bebe con hielitos. Vuelve loco a los médicos y a los sicoanalistas, enriquece a los brujos y a las que leen las manos. Estar triste nos duele como una gran pedrada que alguien nos dio de noche, o como un pisotón en la uña enferma.
Estar tristes es convertirnos en adictos de las viejas canciones, de las fotos aquellas donde no están las canas. Nos pone como un espantapájaros para espantar humanos. Si quieres no estar triste, a pesar de ya estarlo, abrázate a ti mismo y dite en el oído: «mientras estabas triste te perdiste tres cosas que inventaron los hombres para ahuyentar las penas: la mano de un amigo, el lado bueno de lo que pinta malo y una dosis de tiempo para curarlo todo».
Por eso, y siguiendo con las definiciones de Esquivel, en su Libro de las emociones, es bueno recordar que: después de una sesión de carcajadas, nuestro cuerpo se relaja. Con la relajación viene la liberación de la energía negativa que estaba prisionera. Las glándulas segregan todo tipo de sustancias: lágrimas, sudor, saliva. Las energías fluyen y nos proporcionan un estado de armonía. Al reír, nuestra respiración aumenta y el corazón late más rápido, bombardeando más sangre rica en oxígeno a todo nuestro organismo. Como resultado, la actividad electroquímica del cerebro se incrementa y nos ponemos más alertas que de costumbre. Otro de sus beneficios.
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roseli dijo:
1
14 de febrero de 2019
08:35:41
julia dijo:
2
14 de febrero de 2019
09:47:28
Faz dijo:
3
18 de febrero de 2019
11:21:15
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