Si quisiera colocar su adquisición en una línea de tiempo, tendría que decir que el sofá de mi casa es posterior a la década de los 70, pero anterior a mí. Por tanto, lleva más de 30 años en la familia y ha vivido acontecimientos importantes dentro del núcleo familiar.
A estas alturas no existe claridad en cuanto a quién lo compró. Por un tiempo lució más lomas que un dromedario y resultaba hasta cómica la cara de las visitas mientras ajustaban su cuerpo a la geografía de lona sintética de una superficie que tenía más cráteres que la Luna.
Este año mi mamá decidió que esa situación tenía que cambiar y, después de reunir centavo a centavo, llamó a un reparador que los deja como nuevos.
Y así quedó: nuevo. Ella comenzó a disfrutar de su tela aterciopelada, cada noche, hasta que comenzó la serie de pelota.
A partir de ese momento todo se empezó a complicar. Al principio se adueñaba del asiento quien primero llegara. Todo marchaba con tensión, pero marchaba. Sin embargo, el día que se supo que la selección de Villa Clara clasificaba para la final, mi mamá se desencadenó como Fantomas.
Desde el cuarto lo observaba. El equipo anotaba una carrera y él, que vivía el juego con intensidad, daba un manotazo en el brazo de madera con una fuerza huracanada.
A la tercera anotación ya no se pudo contener y empezó otro enfrentamiento, cuerpo a cuerpo, entre los dos.
Mami le lanzó un argumento en strike al espetarle que más nunca había podido ver ni las aventuras de los Mosqueteros y él le bateó un jonrón al ripostarle que ya las había visto un montón de veces.
Antes de decirle que era una versión nueva, ambos me miraron a mí en busca de arbitraje, pero yo, más neutral que Suiza, ni me di por enterada porque ya tengo experiencias en este tipo de play off.
Cuando la cosa se puso caliente, los gritos de los fanáticos retumbaron en el edificio.
Habían decretado knock out y el equipo estaba oficialmente en la final.
No sabemos si este año alcanzará la corona, pero en ese instante mi mamá tuvo una certeza. Miró al sofá con cariño, con cara de despedida, porque sabe que con otro par de batazos ese mueble, al igual que la pelota, se va.


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Jesús López Martínez dijo:
1
18 de enero de 2019
10:19:46
pili dijo:
2
18 de enero de 2019
11:16:38
pedro antonio dijo:
3
19 de enero de 2019
22:09:55
Roger dijo:
4
21 de enero de 2019
14:05:43
Roger dijo:
5
22 de enero de 2019
13:59:14
Marley dijo:
6
22 de enero de 2019
16:32:47
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