ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Al cerebro de un niño hay que entrar por los ojos. Te quitas los zapatos para evitar los ruidos y andas en punta de pie. Debes aprovechar una mirada intensa, de esas que solo surgen antes del «yo te quiero», esa frase excelente que los pequeños usan de forma repetida y que cuando crecen se les esconde un poco, y se acurruca en lo hondo del pecho como un osito dormido durante un largo invierno.

Las mentes infantiles tienen recovecos, laberintos complejos, pero sin minotauros, así que debes ir atento a las señales. Son sitios inestables y un poco trastornados donde una simple roca puede ser una nave, o una semilla sucia puede convertirse en resguardo contra los malos sueños o los padres ausentes. La lógica es inútil y puedes desecharla, también serán baldías las razones adultas y los horarios rígidos.

Para evitar perderte en esa selva inmensa, recuerda dos principios inviolables: el niño es tu pasado, pero visto de lejos, y será tu futuro mirándote de cerca. Ahora que ya estás listo, comienza el recorrido; a tu derecha, eso que brota como fuente y que nunca se seca, son lágrimas, le son imprescindibles para ganar batallas, para comerse un dulce, para un juguete nuevo, para la cama grande donde duermen los padres, para llorar de veras si recibe maltratos. Arriba, en lo más alto, flotan las ilusiones; son frágiles, como delgados vidrios, y se rompen muy fácil, con golpes infructuosos o a veces con palabras, con gestos, con acciones.

Debes tener cuidado al pisar el sendero, hay tramos movedizos a causa de las dudas, muchas veces latentes y a punto de ser miedos. Puedes hallar murallas que resultan inmensas, fabricadas con bloques hechos de videojuegos con escenas violentas, de filmes para adultos, de humo de cigarros y alcoholes indebidos.

Nada de lo que veas puedes menospreciarlo, hasta lo más pequeño pudiera ser un sueño en pleno nacimiento. Atento con los valles que estén muy despoblados, allí se siembran libros que deben ser leídos y su aridez da muestras de pocas fantasías.

No ignores las señales que alertan la desidia, puede cubrirlo todo como las malas yerbas y al crecer muy dentro del cerebro, se secarán sus ríos y de los planes chicos quedarán las migajas.

Cuando acabes tu andanza y abandones su mente, trata de recordar el rinconcito exacto donde el niño ha situado la imagen de tus actos, casi siempre es un sitio al centro de la frente, que debe ser besado para que no se seque.

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Dayris Vázquez dijo:

1

14 de noviembre de 2018

17:55:19


Dios mío!!!! Que maravillosa reflexión y acertado comentario sobre esos pequeñines que llenan cada espacio de nuestro ser... Tengo un bebé de 2 años, se llama Elías David, y doy gracias a Dios por ver cumplida esta promesa. Gracias Miguel Cruz Suárez por todo lo que has dicho. Muchas felicidades por tu comentario reflexivo, para lograr ser mejores padres.

pitufina dijo:

2

15 de noviembre de 2018

09:08:40


muy bien descrita la mente de un niño es todo un entramado de sueños, deseos, miedos, y espectativas, y es ese entramado el que nos toca a los padrescuidar para que crezcasano y feliz . Me encantó el escrito es bello y detallado es sencillamente la descripción de la mente de un niño tal y como es.

Isa-Pinar dijo:

3

15 de noviembre de 2018

09:36:54


Gracias por su buena reflexión, a buen entendedor...cuánta falta nos hacen estas buenas prácticas periodísticas para que nuestros hijos y nietos transiten por los caminos de los verdaderos valores humanos...los que no necesitan de tantos recursos materiales para ser cultivados.

ALEXANDER dijo:

4

15 de noviembre de 2018

11:39:12


Sin palabras!!!!! muchas gracias por su trabajo, ha logrado Usted tocarnos el alma.

SoloYo dijo:

5

4 de diciembre de 2018

15:05:12


Increíbles palabras. Cuando lo leí la primera vez en el periódico, dije que era como una poesía...