El sueño antiguo de empezar a poner bonita la ciudad de Matanzas y que fuera vista con otros ojos, ha sido posible gracias a una suma importante de recursos, el apoyo gubernamental y a la energía de no pocos especialistas, constructores y simples trabajadores.
Hay ejemplos incontables, y en esa larga lista tiene un lugar reservado Leonel Pérez Orozco, quien encabeza a una veintena de personas que laboran en la Oficina del Conservador de la Ciudad, entidad creada en fecha todavía reciente.
Desde el mismo inicio tuvo una noción clara de hacia dónde dirigir los esfuerzos para preservar y restaurar la tricentenaria urbe, conocida como la Atenas de Cuba. Una reanimación contenida en un plan de largo alcance y cuyo primer paso sería el programa por el aniversario 325 de la fundación.
A pesar de las aflicciones acumuladas y de los proyectos pospuestos en otras épocas, Orozco no se amilanó y consiguió crear un ambiente de confianza para sumar a otros muchos y acometer el impulso inicial: transformar la fisonomía del centro histórico, donde relucen joyas como el teatro Sauto, el museo Palacio de Junco, el Cuartel de Bomberos, y la Plaza de la Vigía, sitio fundacional de la ciudad.
De esa forma, poco a poco, se fue definiendo el trayecto de la rehabilitación, aunque resultó necesario desafiar algún que otro escollo en el camino. Las personas más apegadas a la villa, sin embargo, persistieron en continuar la marcha.
Para vencer los inconvenientes fue bueno contar con la paciencia y el optimismo de Orozco, quien nunca perdió la fe ante las circunstancias adversas.
Los matanceros admiran su laboriosidad y se han ido familiarizando con ese hombre afectuoso al que se le ve en la ciudad a toda hora y en todas partes, sobre todo en las obras en desarrollo.
Un aplauso cerrado del pueblo reunido en el teatro Sauto fue el mejor modo de mostrarle afecto al Conservador de Matanzas. Ocurrió durante la sesión solemne para festejar el 325, ocasión en la cual la Asamblea Municipal del Poder Popular entregó reconocimientos a varias de las personas que más contribuyeron a que la ciudad comenzara a renovar sus encantos.
Aunque trató de disimular el entusiasmo, fue un día feliz para Leonel Pérez Orozco. Su semblante revelaba alegría por ver coronado el esfuerzo de tantas horas de trabajo. Pero como él mismo ha insistido, este no es el final. La ciudad se reanima más allá del aniversario de su fundación.
En lo adelante será necesaria una cuota mayor de voluntades para prolongar el trabajo y concluir a término feliz ese ambicioso programa que procura convertir a Matanzas en una de las ciudades más espléndidas de Cuba.
Pero a Orozco, en su condición de conservador, le toca encauzar a la porción más compleja de esa dispendiosa tarea, que no es únicamente rescatar edificios y espacios públicos.


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