ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

El Himno de Bayamo, nuestro Himno Nacional, nació como canto de resistencia y combate el 20 de octubre de 1868. En una plaza de la villa oriental, tomada por los insurrectos bajo el mando de Carlos Manuel de Céspedes, la música y la letra fueron compartidas por los patriotas que celebraban aquella victoria sobre las huestes coloniales.

¿Que su origen estuvo en el encargo que el Comité Revolucionario de Bayamo hizo a Perucho Figueredo en la reunión clandestina de la noche del 13 de agosto de 1867 en el hogar de Francisco Aguilera? ¿Que el 8 de mayo de 1868 Figueredo puso en manos del maestro Manuel Muñoz, la melodía para que este la armonizara? ¿Que se ejecutó en una  versión instrumental en la festividad del Corpus Christi del 11 de junio de ese año en Bayamo y que al escucharla el jefe español de la plaza advirtió detrás del aire solemne una incitación a la rebelión? Todo eso es cierto.

En la mitología popular ha quedado la imagen de Figueredo escribiendo la letra sobre la cabalgadura en la céntrica plaza de Bayamo liberada. Una estampa publicada en 1938, debida al artista santiaguero Juan Emilio Hernández Giró en su libro Historia gráfica de Cuba, contribuyó a afianzar esa idea.

Letra y música cobraron vida seguramente antes del comienzo de la gesta. Lo más probable es que Perucho reprodujera las estrofas del canto ya concebidas y avaladas por el círculo de los  conspiradores independentistas de la región, para compartirlas con los moradores de la villa enardecidos por el triunfo. En todo caso, el mito adquirió con el tiempo una connotación simbólica al validar una verdad irrefutable: la apropiación popular del contenido –letra y música fundidas– de un himno que dejó de ser el de Bayamo, o La Bayamesa como inicialmente se conoció, para convertirse en el Himno Nacional de Cuba.

José Martí lo entendió perfectamente cuando, al publicar la obra en la edición del periódico del Partido Revolucionario
Cubano el 25 de junio de 1892, escribió: «Patria publica hoy, para que lo entonen todos los labios y lo guarden todos los hogares; para que corran de pena y de amor, las lágrimas de los que lo oyeron en el combate sublime por primera vez. Para que espolee la sangre en las venas juveniles, el himno a cuyos acordes, en la hora más bella y solemne de nuestra patria, se alzó el decoro dormido en el pecho de los hombres…».

La carga emotiva del Himno y su carácter de marcha de combate deben ser expresados en cada ejecución. El maestro Electo Silva, piedra sillar del movimiento coral cubano, expresó en su día preocupación por la manera en que se enseña –o mejor dicho, no se enseña– a cantar el Himno en la escuela: «Muy pocos son fieles al aire de marcha de la pieza, por lo que a veces pareciera desdibujarse su línea melódica y, más aún, su ímpetu. Quizá haya temor a desafinar, pero eso no debe conducirnos a desentonar», comentó en una ocasión el maestro.

Esto se manifiesta cuando al comienzo de un acto cantamos el Himno a capella. Es en la interpretación vocal, sin acompañamiento instrumental o grabación que guíe el canto, donde se advierte ese desmadejamiento que nada  tiene que ver con el espíritu de uno de nuestros símbolos patrios. Si en la escuela, desde pequeños, aprendiéramos, junto al valor del Himno, la manera correcta de entonarlo, la lección quedará para toda la vida.  

Recordemos lo que el musicólogo Jesús Gómez Cairo, autor de uno de los más completos estudios sobre el Himno, dijo acerca del significado y alcance de una partitura que forma parte inalienable de nuestra identidad: «Es una obra músico-literaria de extraordinaria belleza artística, conmovedora de profundos sentimientos patrióticos. Es un llamado eterno a los cubanos de todos los tiempos, para que sigamos siendo como aquellos gloriosos bayameses que lucharon y murieron por liberar y redimir a Cuba, alcanzando así la gloria de haber sido los fundadores de nuestra nacionalidad».

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Luis Enrique Cid dijo:

1

20 de octubre de 2018

20:45:51


Es nuesta historia,nuetro Himno el mayor orgullo de ser patriota.