El cliente extranjero hablaba sin cesar dentro del local de Cadeca, en Cienfuegos. El encargado de velar por la entrada y permanencia de las personas dentro del sitio lo requirió de forma amable. El visitante, pese a su veteranía, se hizo el desentendido y continuó su monólogo con otro foráneo, quien solo asentía, sin hablar.
Ante un segundo e inevitable requerimiento, respondió: «yo soy libre y puedo charlar donde quiera, en mi país no pueden tratarme así». El sujeto mentía. Tanto en Europa, su continente de origen, como en cualquier lugar del mundo, existen protocolos de comportamiento para el universo bancario o de toda institución cuya labor conlleve transacción financiera.
No solo no se puede hablar en alta voz; tampoco está permitido portar móviles encendidos, cámaras fotográficas, abandonar la caja de atención al cliente o sostener frente a esta conversaciones con otra persona que no fuere quien lo atiende detrás del ventanillo.
El intento de «metida de pie» del turista, sin embargo, pudiese hallar fundamento en la cantidad de normativas y reglas violadas de manera impune en nuestro país, cada día.
Pero nunca es tarde para comenzar a hacer las cosas bien. Por eso –aunque aprecio el desacuerdo de algunos visitantes y esa dañina «falsa solidaridad» de otros–, le complació tanto al autor de estas líneas las prohibiciones puestas en vigor en el hospital provincial Doctor Gustavo Aldereguía Lima, relacionadas con los tipos de vestimentas no admisibles (con toda la lógica del universo) para acceder a un centro de este tipo.
Según reza el cartel del pórtico, bien visible para todos, a la institución asistencial ya no se permite entrar en shorts, camisetas, bermudas, chancletas u otras prendas propias para andar por casa, pero indignas para penetrar a un sitio donde se combate cada día por la vida, y cuya labor precisa del máximo respeto.
Los custodios deben ser cumplidores reales de las normas entronizadas, puesto que sería muy desagradable verlas burladas, al continuar yendo a visitar a un ser querido o amigo a cualquier sala, mientras a nuestro lado haya personas semicalzadas o con las axilas al aire.
A nadie que recibiera una buena educación formal en su hogar le resulta necesario que le recuerden esto, porque su sentido común (fruto de una herencia conductual) le impedirá acudir a tales instalaciones medio vestido, o medio desnudo, según se mire.
Pero la orientación, el cartel y la vigilancia del personal de seguridad sí devendrá pertinente para otros muchos, de los miles que transitan por este hospital a la semana; quienes o bien no recibieron dicha educación o bien se olvidaron de ella.
Un cartel similar al del hospital Doctor Gustavo Aldereguía Lima es apreciable en la unidad municipal de trámites de Cienfuegos.
Ojalá cada vez sean muchos más. Y, lo fundamental, que los hagan cumplir. Y que nos solidaricemos con la parte que aboga por el orden; no con la que reniega de este. Porque esa que reniega le provoca demasiado daño a Cuba, cometiendo aquí cuanto no le permiten en ninguna parte del globo y apostando por subvertir la tranquilidad, el orden, el respeto, las maneras civilizadas de proceder dentro de un entorno social.
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Irma Pardo Olivé dijo:
1
6 de octubre de 2018
09:24:05
Teresa dijo:
2
6 de octubre de 2018
12:06:51
Revenge dijo:
3
8 de octubre de 2018
02:53:42
Portuario dijo:
4
8 de octubre de 2018
08:35:28
Miguel Pérez Espinosa dijo:
5
8 de octubre de 2018
09:02:45
Zugor Seg. dijo:
6
12 de octubre de 2018
07:27:28
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