Cuando era estudiante tenía un profesor de Educación Física que se acomodaba en una silla de patas de hierro clavada en el tronco de un arbusto, cercano a la cancha de baloncesto donde desarrollábamos las prácticas correspondientes a dicha asignatura; allí, desde aquella sombra protectora, el entrenador instaba a los alumnos a correr de un lado al otro bajo la inclemencia de un sol que rajaba las piedras; sin embargo, cuando el drible del balón no andaba bien y la cohesión del equipo hacía aguas, el hombre abandonaba su cómodo privilegio sombreado y con verdadera maestría corregía los errores, enseñaba, asumía un rol bajo el bochorno de las dos de la tarde y sudaba a la par de nosotros.
La anécdota me sirve para acercarme a otro tipo de «expertos» de la sombra, aquellos que se refugian en la comodidad de un ángulo seguro y los cuales, a diferencia del profesor de marras, no saltan nunca hacia el lado del sol, aun cuando se han vuelto versados en detectar las fallas y describen con erudita perfección los derroteros que tendría que tomar el juego para convertirse en un depurado acontecimiento muy cerca de lo soñado por todos.
Está claro que resulta más cómodo investigar y hacer teoría profunda mientras no se tiene la responsabilidad directa con la solución del asunto, digamos que aquí cabe lo que en las mesas del dominó es recurrente: «los que están afuera ven más jugadas que los de adentro», por eso creo que la crítica debe ser siempre integral y no parcial, sin desdeñar ninguna parte del problema y con el suficiente tino que permita situarse en las diferentes posiciones y en los distintos momentos.
Es común en estos tiempos encontrar abundantes diatribas que tienen por centro la realidad cubana, los procesos en marcha, las decisiones que se toman e incluso hasta las que no se toman, pero muchos de estos razonamientos carecen en ocasiones de imparcialidad y reales intenciones de propiciar soluciones, pues obvian (y no precisamente para evitar ser justificativos) factores objetivos que nos golpean con fuerza real y que asombra ver ausentes en muy bien estructurados trabajos periodísticos, proclamas, comentarios y otros muchos espacios donde, de buenas a primeras, desaparece nuestra condición de país agredido, bloqueado, subdesarrollado y semiaplastado por el pesado lastre de una crisis (tanto material, como de muchos valores éticos) que pocos en el mundo podrían haber resistido con un mínimo de dignidad.
Y no se trata de huir de la crítica o refugiarse en la complacencia o meterlo todo en el saco «enemigo», se trata de usarla como aliada y no como punta de lanza o meloso acercamiento a quienes siempre callan la verdad de Cuba y hacen de sus desdichas el comodín para satanizar a un país, que me atrevo a asegurar tiene más virtudes que defectos.
Necesitamos que criticar (parafraseando a Martí) no sea mordedura y sí señalamiento noble del lunar y mano piadosa que lo desvanezca; estar en el justo medio no es fácil ni para las balanzas, siempre que sea posible hay que salirse de la sombra y mirar las cosas también desde el sol.
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Revenge dijo:
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18 de junio de 2018
03:34:14
Julio Cesar dijo:
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18 de junio de 2018
12:18:11
Manuel dijo:
3
18 de junio de 2018
13:58:31
Revenge Respondió:
19 de junio de 2018
03:42:36
francisco dijo:
4
19 de junio de 2018
14:18:31
Ruben dijo:
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19 de junio de 2018
15:43:20
aps dijo:
6
28 de junio de 2018
10:53:27
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