¿Y lo peor de lo peor?

La familia de Lázaro Arencibia no sufrió por primera vez la envestida del Sagua. Irrespetuoso, el río subió una vez más ayudado por las intensas lluvias de la tormenta subtropical Alberto. Se metió sin permiso en cada casita del Reparto Jardín, perteneciente al barrio La Gloria, en Sagua la Grande.

En los 23 años que lleva viviendo allí, es la tercera vez que Lázaro tiene que salir debido al desborde del cauce.

Aunque algunas fotos hablan por sí solas y una vista preliminar desde la esquina permite a los más avezados imaginar hasta dónde llegó la ferocidad del Undoso. Enseguida indago por las cuestiones que no deben obviar quienes habitan en la calle Patria.

Recontra aprendida de memoria, para los vecinos del lugar la rutina de evacuación ya es casi una triste canción que repiten muchas veces, para sí mismos, cuando amenazan las lluvias.

Sigo caminando, y me deja perpleja la indolente majestuosidad de las aguas, pero boquiabierta me quedo al saber de la negativa rotunda de algunos a evacuarse.

Pienso en la sonrisa de mi hijo al ver la lluvia y en su terror frente a los truenos. Por suerte, «Alberto» no trajo truenos… aunque sí dejó una fastidiosa estela de perjuicios.

Dentro de las casas, el agua estuvo a 70 centímetros. Soy pésima con los números, pero rápidamente saco mis cuentas: mi hijo mide ahora 89, así que…

Será por él que me cuesta conformarme con las palabras de una embarazada que se negó a evacuarse, y aunque no sé nombres sería imperdonable si dejo de mencionar al vecino que le soltó a la grabadora de una colega su «no» rotundo de abandonar lo suyo, por miedo a no estar y que ocurriera lo peor. Bueno ¿y si hubiera ocurrido con él adentro? ¿No hubiera sido peor que peor?