ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La tarde antes, con la voz muy ronca, me habías contado que fuiste tornero, que te gustaba hacer piezas de hierro para camiones, y yo te había dicho que no sabía qué diablos era un torno. Te sorprendió y empezaste a reírte. Me dijiste que cómo era posible, que todo el mundo sabe qué es un torno. Y yo lo sé. Pero me dio por eso. Siempre ha sido divertido molestarte. Hacerte reír. Así que yo te dije que si sabías lo que es una anáfora y me preguntaste que si yo sabía qué es una condolesa. Te reías con ronquera también y, sin embargo, estabas más fuerte que el café y que un palo. Ahí, con tus espejuelos y tus libros. Con tu bondad.

Estabas acostado en la cama de aquel cuarto de hospital y yo había llegado a las tres de la tarde. Llevábamos más de dos meses sin vernos. La última vez, cuando me habían dicho que tenías que operarte la garganta pero tenías baja la hemoglobina, que te estaban tratando allá en Matanzas, me lancé hasta tu casa sin saber llegar bien y estuve el día entero contigo. Preparaste almuerzo. Me serviste un bistec demasiado grande con mucha ensalada.

Desde que yo era niño me ha gustado comerme tu comida, robarte las papas fritas del plato todavía hirvientes. Verte en la cocina. Sentarnos a la mesa de madera del comedor con un mantel en medio, uno frente al otro, y almorzar hablando de la pelota o de cómo se hacen las empanadas. Me gustaba verte azorar al gato cuando se sentaba junto a la silla a pedirte comida. Un gato gordo y grande y más comelón que tú. También amaba que te sentaras en tu silla cómoda a mirar novelas y verte rascarte la espalda con aquella mano larga de madera que tenías en la silla de al lado, con el vaso del café, los cigarros y el periódico. Me gustaba sentarme en el sillón y ver aquellas novelas colombianas, quitarte los cigarros y decirte que qué novelas más malas veías, y que me respondieras que qué música más pesada yo escucho, que los boleros son mucho más lindos, y que a la media hora ya dijeras que si quería que hicieras merienda.

Pero yo no iba a verte muy seguido. Cuando era niño, tenía que esperar a que alguien me llevara hasta Matanzas, y ya de grande me daba pereza. Sabía que me querías, tú sabías que yo a ti más, y yo me hacía la idea de que con eso basta.

Así que aquella tarde, en el hospital, me puse a registrarte las novelas que te estabas leyendo. Esas novelas de factura rápida que nadie sabe bien quién las escribe. Te dije que te leyeras a Hemingway. Me dijiste que Hemingway no escribía novelas de misterio, que te dejara en paz, y nos pusimos a llenar crucigramas, porque tú siempre has sido de guardar las Bohemias para hacerlos. Y me enseñaste. Luego me contaste de aquel tiro que te diste en la pierna mientras estabas pasando el Servicio, en los 60. Estabas bobeando. Escuchaste un ruido, saliste corriendo, tropezaste con un palo en el suelo y se te escapó el disparo de la AKM. Te agujereó la pierna. Tenías las marcas de las hendiduras y me las enseñaste como un trofeo. También me dijiste que si iba a escribir de eso en el periódico y yo te dije que no. Yo, que soy tonto, de verdad me creía que ya basta con saber que te quiero y que me quieres. A ti te hacía ilusión que yo dijera en el Granma que mi abuelo, en el Servicio, se había disparado por accidente, que había sido tornero y taxista y que era el hombre más noble del mundo. Comelón no. Ya eso era cosa tuya. Tu barriga también era un trofeo.

La tarde antes, cuando oscurecía, te di un beso y me fui del hospital con una confianza extrema en que ni el cáncer, ni ninguna operación riesgosa, iba a poder contigo. El día después te habían operado. Estuve toda la tarde con la familia esperándote afuera, creyendo en ti. A las ocho de la noche, dijeron que te habías complicado, que te descompensaste, pero estabas superándolo bien. Fuimos a verte, a través del cristal. Estabas dormido y respirabas fuerte, con el cuello vendado, la sonda y el oxígeno y las máquinas. Yo tenía confianza en que estabas bien, pero a las tres a.m. sonó el teléfono y todos corrimos, y la última vez que vi tu cuerpo estabas inerte en aquella camilla en la funeraria y te aguanté los brazos porque alguien tenía que vestirte, y yo tenía que ser todo lo fuerte que tú habías sido.

Mi prima me dijo que, antes de entrar al quirófano, dijiste: «Dile al bobo del torno que yo lo quiero mucho».

Pero yo estaba trabajando, abuelo. Y no pude decirte que yo también te quiero mucho, asere. Y que por fin estás en el periódico, aunque no te puedas ver.

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Azulita Sky dijo:

1

21 de marzo de 2018

08:39:16


!Qué bonita semblanza! Y qué sentida también. Yo pienso que esa era una deuda que había que saldar. Feliz viaje para el abuelo a donde quiera que vaya.... Qué suerte tuvo y tiene de saberse querido y añorado aún.... Gracias por regalarnos un pedacito de tu sentimiento, y creeme lo vamos a engrandecer.

habana dijo:

2

21 de marzo de 2018

08:52:21


Muy lindo , muy lindo ...... para los que creemos en la vida mas allá del cuerpo , para los que creemos en la espiritualidad nuestros seres queridos siempren nos acompañan de alguna manera ... aferrarse a esa idea es muy bueno

Aram Joao Mestre León dijo:

3

21 de marzo de 2018

09:05:56


Me gustó mucho este artículo.

Dilbert dijo:

4

21 de marzo de 2018

11:45:41


Exquisitas líneas. Es tan franco el amor cuando se habla en palabras de dolor...

Mimisma dijo:

5

21 de marzo de 2018

11:47:04


!Sin palabras!

Jorge dijo:

6

21 de marzo de 2018

12:23:55


Hermoso trabajo. De esa manera es que las personas que nos interesan, continúan vivos después de la muerte.

MYLENYS dijo:

7

21 de marzo de 2018

13:22:32


Que hermosoooooo

Laura dijo:

8

21 de marzo de 2018

13:39:35


Desde que eras estudiante de periodismo, persigo tus escritos, me encantan. Hermosas y sentidas palabras, pienso que los que queremos vivirán siempre con nosotros, en nuestros recuerdos.

maris dijo:

9

21 de marzo de 2018

14:06:43


que articulo mas bello puedes estar seguro que tu abuelo esta muy orgulloso de ti en cualquier lugar donde se encuentre como siempre nos sorprendes con cada trabajo que escribes felicidades

yeni dijo:

10

21 de marzo de 2018

14:25:48


Que lindo , siempre tengo añoranza de mis seres queridos que ya no estan y los que todavia viven en un pueblito pequeño en Matanzas nombrado William Soler.Gracias por tan linda semblanza

Rouslyn dijo:

11

21 de marzo de 2018

15:53:06


Jesús Jank: Tienes una habilidad para sacarme las lágrimas...Gracias por tan bello texto.

JRL dijo:

12

22 de marzo de 2018

08:56:45


De alguna manera me sentí identificado en este trabajo, tambien he perdido seres cercanos y queridos, me conmovieron sus palabras, su abuelo murió orgulloso de usted. Gracias

carlosvaradero dijo:

13

22 de marzo de 2018

09:11:51


Preciosa historia y muy conmovedora, realmente tuve que parar de leerla pues me asaltó un sentimiento y me entraron deseos de llorar. La historia me trasportó a mi infancia y mis abuelos. Descansen en paz todos nuestros abuelos!

Ce dijo:

14

22 de marzo de 2018

09:29:11


Excelente trabajo Jesús, como nos tienes acostumbrados...persigo tus columnas, y esta me emocionó sobremanera...soy bastante sentimental y ahora que perdí hace muy poco a mi mamá, pues me emocioné muchísimo. Que descansen en paz nuestros seres queridos!!

YGG dijo:

15

22 de marzo de 2018

11:19:09


Me estremeció....ojalá impresione así a mi nieto.

yamila dijo:

16

22 de marzo de 2018

11:54:37


Muy sensible este trabajo, todos tenemos o tuvimos un abuelo querido que un día partió a pesar de apegarnos a la idea que nunca sucedería...la vida es así...pero lo importante es que la partida sea con el cariño y el acompañamiento de nuestros seres queridos.

yuniel dijo:

17

22 de marzo de 2018

12:16:01


Se siente en el alma, salieron lágrimas.

Sivlan dijo:

18

22 de marzo de 2018

12:23:19


lindo articulo, resaltaste la fibra de sentimentalismo de mi, muy conmovedora, que descansen en paz los abuelos que un dia estuvimos muy apegados a ellos,tu abuelo en cualquier lugar que este debe estar orgullos de ti. Gracias

NIURKA dijo:

19

22 de marzo de 2018

12:57:17


Como siempre, el periodista Jesus Jank desde estudiante nos ha tenido acostumbardos a excelentes escritos . Este , muy sentimental y conmovedor la verdad . Conserva siempre tu enorme ternura.

NIURKA dijo:

20

22 de marzo de 2018

12:58:53


Como siempre, el periodista Jesus Jank desde estudiante nos ha tenido acostumbardos a excelentes escritos . Este , muy sentimental y conmovedor la verdad . Conserva siempre tu enorme ternura.