Lo que te asegure un «viejo guajiro» ponle el cuño que es verdad. Ellos han aprendido de nuestra sabiduría popular por muchos años. Su forma de pensar y actuar la han acumulado por décadas y hasta los hay que sientan cátedra en asuntos tan diversos como son el tiempo, las leyendas, mitos y costumbres.
Cuando yo era niño y un guajiro decía «hoy va a llover», había que salir corriendo a guarecerse o buscar con qué taparse, porque con seguridad al rato caía tremendo aguacero. Bastaba que sus ojos se alzaran hacia el cielo y su nariz olfateara el aire.
Igual si te aconsejaba que al otro día no se debía sembrar tal o más cual producto, o cortar un árbol porque se te podía hacer polvo al poco tiempo, ni se te ocurriera desobedecerlo. Quien o quienes hacían caso omiso a sus palabras después tenían que lamentar la pérdida de sus cosechas, recursos y el tiempo empleado.
También, cuando un guajiro te decía un refrán, podías ponerle el cuño que se cumplía. Hoy tengo 61 años y aún guardo con respeto dos de aquellos que como un gesto de cariño inmenso me regaló un amigo guajiro de Bejucal, y que me han servido de mucho en mi vida personal y profesional.
Un día me dijo: «mi ’jo, el camino no se le puede enseñar a todo el mundo», y en otra oportunidad me soltó a boca de jarro: «Mi ’jo, hasta de abajo de una piedra salta un grillo».
Con el primero, ¿qué advertía? Ser cauteloso cuando usted presente a alguien a otras personas o dé detalles de sus planes a quienes no sean de su entera confianza. Cuántas veces, llevados por el entusiasmo, recomendamos a alguien que pensábamos conocíamos bien, y al final nos hace quedar mal.
En el segundo, está bien claro lo que quiso decir. No hable mal de ninguna persona, a espaldas de ella y en presencia de otros. Lo que usted tenga que decirle, dígaselo de frente, directo. No sabe si entre el grupo de personas con las que está hablando hay algún conocido, compañero o familiar de quien está emitiendo una opinión desfavorable.
Tampoco repita como un papagayo lo que ha oído decir a otros sin saber si es cierto o no. Nunca afirmar o dar por hecho algo, sin confirmar o haber sido testigo presencial. Eso, en buen cubano, tiene su nombre: ¡chismoso! Se debe ser comedido con lo que uno expresa, ya sea en un círculo cerrado de amigos o en público. El comentario mal intencionado lacera.
Defienda una opinión o una experiencia cuando tenga en sus manos la verdad, las pruebas que le permitan defenderse y hasta lleve a la justicia cualquier percance que con razón lo haya afectado.
No se debe hablar tampoco en los pasillos del centro de trabajo. Ante cualquier situación sufrida, de maltrato u otra índole, recurra a los canales establecidos. No afirme o acuse a nadie así por así. Vaya de frente a los problemas. Mida siempre sus palabras.
Cuánto nos hacen falta guajiros como mi amigo y sobre todo aquellos que prefieren dar continuidad al legado de sus padres o abuelos. Los de hoy, que tuvieron la precaución de aprender de sus mayores toda esta filosofía campesina, deben continuar sus caminos.
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OrlandoB dijo:
1
5 de marzo de 2018
14:31:52
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