Aquella mujer llegó y pasó como por una pasarela, saludó cariñosamente a la dependienta, le dijo algo y compró con rapidez en el establecimiento, para asombro de los demás. No importó la larga cola que hasta ese momento estaba muy bien organizada.
Una del grupo no aguantó y preguntó por qué ella tuvo prioridad. La otra, de unos 30 años, quien ya tenía el producto en las manos, le respondió que porque es doctora, y ahí comenzó una peligrosa conversación.
Hablaron de irrespeto, desconsideración y de cuál de sus profesiones era más importante, algo que en ese contexto parecía hasta surrealista. Decenas de rostros observaban, la del otro lado del mostrador seguía vendiendo, como si nada sucediera, y las dos mujeres aumentaban sus gestos y los volúmenes de las voces.
¿Quién es más importante, una doctora o una ingeniera? ¿Alguna profesión lo es más que otra? ¿Acaso existe una persona con el derecho a irrespetar, a ser la primera porque simplemente es ella o se lleva bien con quien expende? ¿Qué debieron hacer todos los presentes?
Ni siquiera sabemos si la primera mujer de esta historia es en verdad doctora, ni si la otra es ingeniera, pero la escena motiva a muchas reflexiones.
En aquel establecimiento estaban varias personas, desde hacía más de una hora, con el deseo de adquirir el producto y salir lo antes posible, tal vez para atender un hijo o cumplir responsabilidades en el trabajo.
Si la supuesta o real doctora andaba muy apurada, tenía algo demasiado urgente como ir para el hospital y atender pacientes, debió explicarlo, pedirle a todos que le permitieran pasar, (aunque seguramente muchos también tenían motivos para desear salir rápido).
Quizá se lo hubiesen permitido o no, pero definitivamente la peor opción era caminar hasta el mostrador, como si nadie más estuviera en el lugar.
Las colas, muchas veces satanizadas, suelen ser un fenómeno complejo, donde algunos se impacientan y hasta molestan, sudan, gesticulan, hablan de temas diversos y discuten sobre asuntos de la cotidianidad o el deporte.
Recuerdo que una amiga, en la universidad, les escribió una Oda, intento de choteo, en el cual aseguraba que algunos las disfrutan, especialmente amas de casa, porque salen del aburrimiento del hogar, conversan con otros, se ríen y enteran de «novedades». Ella especulaba sobre posibles definiciones realizadas por teóricos, estudiantes, un caballero medieval en pleno siglo xxi, un niño…
Verdaderamente, las colas son detestadas por muchos ciudadanos, quienes entran a ese grupo por necesidad, nada de gusto o masoquista preferencia. Debemos estar conscientes de que son esenciales como modo de organización, aunque ojalá algún día su existencia no tenga sentido, porque sea posible llegar y adquirir lo deseado con rapidez.
Algunos aseguran que su auge está relacionado con el desarrollo urbano e industrial, con la migración del campo a la ciudad y con la profesionalización del comercio y la conversión de los puestos de los mercados en locales fijos situados en calles y avenidas urbanas, por eso son comunes en todo el mundo, aunque no en las mismas dimensiones.
En ocasiones, se convierten en una especie de batalla contemporánea, en las cuales algunos «vivos» inventan para burlar a los demás.
Cada quien debe tener sus propias vivencias en momentos de ese tipo, cuando, a veces, hasta aparecen madres con niños pequeños en brazos, aunque nunca los tuvieron en su vientre, y otras personas agarran papeles imaginarios y dicen ser impedidos físicos, aunque todo forme parte de una actuación.
Ojalá siempre se mantenga el orden y todos se comporten de una manera disciplinada, capaces de respetar y exigirlo educadamente. A pesar del apuro y el deseo de llegar al mostrador o la puerta del medio de transporte, es importante ser corteses, en la medida de lo posible, especialmente con embarazadas, ancianos e impedidos físicos.
Respecto a la otra parte de la historia inicial, todas las profesiones y oficios son esenciales, no importa si dependen de cinco o seis años en aulas universitarias, dos o tres en una escuela técnica o aprendidos de los padres u otros familiares.
La sociedad requiere médicos, enfermeros, ingenieros, abogados, albañiles, sicólogos, maestros, informáticos, carpinteros, campesinos, plomeros, barberos, dependientes, gastronómicos…, todos con aportes vitales a la vida en conjunto.
Lo verdaderamente significativo es desempeñar las diferentes funciones con calidad y esforzarse por ser mejores. Cada quien debe aspirar a la superación infinita, ser humildes, y tratar a los demás con sensibilidad.
Nadie debe creerse más especial por lo que realiza ni sus logros, pues pensar así lo hace peor. Ojalá todos caminemos siempre juntos, con amabilidad y respeto, alegría y voluntad de avanzar en grupo, a favor de la nación y nosotros mismos.
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Odalys Tellez Ruiz dijo:
1
8 de diciembre de 2017
10:14:14
Arlene Respondió:
28 de diciembre de 2017
22:11:58
alejandro dijo:
2
8 de diciembre de 2017
12:01:59
Leo dijo:
3
8 de diciembre de 2017
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Antonio Vera Blanco dijo:
4
8 de diciembre de 2017
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SURIAMNI dijo:
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14 de diciembre de 2017
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