Estuve allí durante algunos meses, sentado en la cabina del director mirando a los actores que salían de la mesa hacia el micrófono y, frente al micrófono, durante el tiempo que duraba una escena, se volvían pintores, o villanos, o salvavidas; chillaban y se hundían y volaban y luego regresaban a la mesa, se volvían actores.
Estuve meses. En un estudio de Radio Progreso donde se graban las radionovelas. Leía los guiones y, en las noches, escribía mis propios guiones, rigiéndome por las pautas que, en las mañanas, me enseñaba Iván.
–La radio es de una gran inmediatez –decía el profe–. La radio se hace en un día, en un estudio: cuatro, ocho programas.
Y todo esto conlleva a que hay que tener una técnica, una preparación, un estudio, una experiencia. Tú vas a hacer una obra de teatro y a lo mejor la estás ensayando seis meses. Vas a hacer una película y tienes el libreto con anterioridad.
Pero a nosotros, por un problema de rigor de trabajo, el libreto nos lo entregan en el momento.
Así que el mismo día, con poco ensayo, el actor de radio debe volverse un pintor, un villano, un salvavidas…
–El actor de radio –decía Iván– no tiene un decorado, no tiene un escenario. Solamente tiene un micrófono, su imaginación y su técnica para poder saber dónde se está desarrollando la trama, cuáles son las circunstancias dadas. No es lo mismo como te estoy hablando aquí ahora que si estuviéramos en el muro del malecón.
«Y toda esta imaginación no solamente la tiene que tener el actor. La tiene que tener el director, el grabador, el musicalizador, el efectista (Iván es todo eso). Y, sobre todo, que este producto, que es el que va a salir al aire, porque normalmente no tenemos tiempo de posproducción, pues convenza, emocione, haga reír, haga llorar; haga eso que se llama la magia de la radio».
–¿Se ve la radio como un medio opacado por la televisión, por el cine…?
–Yo pienso que en este momento todos los medios están sujetos a cambios. Porque si en un aparatico yo puedo ver una película, o con unos audífonos yo puedo poner música, pues entonces quizás no me haga falta, dentro de 200 años, ni la televisión, ni el cine, ni nada, porque lo voy a tener todo en mi mano. Lo que sí ese producto tiene que hacerlo alguien.
«En el caso de la radio, y de Radio Progreso específicamente, somos una emisora muy estable. La mayoría de los oyentes hablan de que comienzan a escucharnos a las cuatro y media de la mañana; otros nos ponen a primera hora, para estar informados; y así siguen oyendo toda la tira de programación.
«O sea, es un problema de costumbre, de hábito. Que lamentablemente se está perdiendo, porque estamos viviendo en un país donde no se venden radios. Se está oyendo porque abuelita, o porque abuelito, o porque mamá, o porque papá, tiene un radiecito antiguo, o una grabadora. Pero, lamentablemente, cada día son menos los radios que funcionan, a pesar de que tenemos, a lo largo y ancho de esta Isla, 96 emisoras».
Iván Pérez Ramírez llegó a la radio en 1957. En los 70 era actor, guionista, musicalizador, operador de efectos…
–Creo que he sido muy abarcador porque para mí la palabra no, no existe.
En los 80 empezó a impartir cursos de capacitación.
–La radio no está hecha por una sola persona. Si no hay un colectivo, un engranaje, no es posible realizar una buena obra; no una obra de arte, porque todos los días no se hace una obra de arte, pero sí todos los días debe haber una calidad media, que es la que va a lograr que los oyentes sigan prefiriéndonos.
«Creo que (no quiero ser exagerado ni absoluto) casi todos los compañeros y compañeras que trabajan en la radio y la televisión, sobre todo aquí en La Habana, han sido, de cierta manera, alumnos míos. Y en el resto del país también, porque he impartido cursos donde quiera. Cada vez que se me solicita como jurado para algún concurso, o para dar algún taller, siempre que la salud y la vida me lo permitan, pues me tienen para ayudar a todo el que se acerque...
«Mira, una vez hice una cosa en televisión, y es muy emocionante cuando alguien se acerca a ti y te dice: ¡Yo lo conozco!, ¡usted es fulano! Eso te resulta muy, muy agradable. O cuando empiezas a hablar con una persona en la calle y de pronto te dice: ¡Ah, usted es el que conduce tal programa! ¡Oiga, pero…! Es muy gratificante.
«Claro que los halagos deben entrar por un oído y salir por el otro, porque, dijo Sócrates, hace mucho tiempo, que «Solo sé que no sé nada». Y todavía, con 60 años de trabajo, todos los días vengo a aprender, a tratar de mejorarme, y a tratar de hacer que nuestra radio sea mucho más satisfactoria.
«Siempre pienso que la enseñanza debe, en primer lugar, hacer pensar al que la recibe. Que la asimilen. Porque se trata de creadores, creadores, igual que yo, que pueden ser mis nietos, que pueden ser mis hermanos, ¿entiendes? Pero lo más importante en un medio creativo es pensar: esto es lo más correcto, esto no es lo más correcto; por qué hago esto así, por qué no lo hago así; dónde no fui de la mejor forma posible…».
Y yo tomaba mis apuntes, leía los guiones y, en las noches, escribía mis propios guiones rigiéndome por las pautas que, en las mañanas, me enseñaba Iván.


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OrlandoB dijo:
1
15 de noviembre de 2017
10:09:16
Ariel Núñez Morera dijo:
2
15 de noviembre de 2017
10:37:15
Manolo dijo:
3
15 de noviembre de 2017
14:57:34
PABLO MICHEL CRUZ LICOR dijo:
4
23 de noviembre de 2017
14:01:47
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