La guitarra es una mujer con cuerdas.
La tarde tiene el tono rojo pálido de las losas del patio donde estamos sobre sillas de hierro esmaltado en blanco, sentados en círculo, en la Casa de la Trova santiaguera.
El patio es eso: diez o 12 sillas y algunas mesas; las losas del suelo del color de los muros de ladrillo; algunas plantas. El patio es lo de menos. El patio justifica que los bárbaros que sueltan las guitarras y los treses después de horas en el escenario, se sienten a filosofar la trova alrededor de una botella de ron.
Cuando lo conocí, Gabino había pisado Cuba siete horas antes, llevaba una sentado en el patio y había estado otras tres en una silla bajo el escenario.
–Hoy no toqué –me dijo–. Mañana sí, pero hoy estoy cansado.
Yo andaba de visita por la Casa con un tique de avión para La Habana fechado para la mañana siguiente.
Gabino había llegado de Surinam.
–Me invitaron unos norteamericanos al Festival de Jazz que hacen allá (en Surinam). Incluso los músicos que viajaron conmigo se sorprendieron de verme jazzear: Gabino, ¿pero tú no eres músico acompañante? No, no, yo soy guitarrista. Yo soy sencillamente guitarrista.
Lleva los espejuelos doblados en un bolsillo de la camisa y achina los ojos para mirarme no sé por qué.
–Con una guitarra yo soy capaz de hacer un concierto clásico, o yo soy capaz de acompañar a un solista. Porque es mi trabajo.
Junto a los espejuelos, dos cadenas le cuelgan hasta el pecho por debajo del cuello de la camisa, cerrada a partir del segundo botón.
–Yo trabajo en la Casa de la Trova tocando música tradicional. Aquí, por respeto al género, tocamos música tradicional. Pero somos músicos integrales. Podemos tocar de todo.
«Yo, por ejemplo, en el 2013 toqué con la Orquesta Sinfónica de Oslo, Noruega, con la desaparecida Eva Griñán. Es decir, que mi música no es solo trova. Yo me considero un guitarrista, para cualquier género».
Antes de la guitarra, cuando niño, Gabino traqueteaba un clarinete en la banda de una iglesia. Luego estudió dos años de saxofón en un conservatorio. Dejó la música. Se hizo ingeniero en Telecomunicaciones.
–Pero, cuando escuché a un guitarrista holguinero tocar, llamado Juan Márquez Avilés… Cuando escuché a ese señor tocar la guitarra, abandoné el saxofón, abandoné el clarinete, y decidí dedicarme a estudiar la guitarra autodidactamente.
«Y no me arrepiento del cambio que hice, porque hoy la guitarra para mí es mi vida».
La guitarra es una mujer con cuerdas.
–En los momentos más difíciles de un guitarrista, ella es su mejor amiga. Es quien puede sacarlo de un estrés. En los momentos de tristeza te puede proporcionar alegría. Es un instrumento capaz de resolver el problema de la ausencia de una orquesta y acompañar a un solista… Una guitarra para mí es lo máximo.
Ahora tiene casi 70 años y dice, campante, que aún siendo aficionado su guitarra acompañó a Elena Burke, a Beatriz Márquez, a Mundito González, a Vania Borges, a José Valladares…
–Los artistas más famosos de Santiago… de mi tierra –me dice–. No es que yo sea orgulloso, pero sí siento un poco de orgullo al ver que esas figuras que hoy son profesionales, en algún momento de sus carreras han sido acompañados por mí. Siento ese placer.
–¿Cómo llega a la Casa de la Trova?
–Por embullo de muchos amigos. Porque cuando me gradué de electrónica yo tuve mucho orgullo por ella. Y estuve 21 años sin saber de música. Pero muchos amigos que me conocían de años me decían: Gabino, por favor, ¿por qué no tocas? Tú tocas lindo…
«Y bueno, accedí a la propuesta de ellos, y en el año 99 decidí volver a la música.
«No he abandonado la electrónica. Aún la utilizo. Yo les fabrico los equipos de audio a mis compañeros que no tienen. Al que tiene una guitarra acústica yo se la convierto en electroacústica, le hago sus amplificadores. Es decir que yo pongo la electrónica al servicio de la música».
Entonces fui a la puerta delantera y le pedí la guitarra a un hombre joven que la llevaba en una funda al hombro. Le dije que quería escuchar tocar a Gabino Jardines. Atravesamos el pasillo hasta el patio y los sencillos arpegios de Gabino estuvieron repitiéndose en mis oídos hasta que al día siguiente subí al avión y no nos vimos más.


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pollo dijo:
1
16 de agosto de 2017
10:26:42
Manolo dijo:
2
16 de agosto de 2017
13:13:20
elaine dijo:
3
16 de agosto de 2017
14:37:53
sergio dijo:
4
16 de agosto de 2017
14:45:40
jose Luis aguilar aleaga dijo:
5
23 de agosto de 2017
11:45:12
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