Hoy peino más de una cana, bueno en realidad son muchas canas. Pero fui niño, adolescente y joven. Y si hay algo que recuerdo en los años que he vivido hasta ahora son las ansiadas y esperadas vacaciones escolares. En parte, y soy sincero, porque ya no tendría que ir más a la escuela, ni tendría que hacer tareas, ni levantarme tan temprano en la mañana. Podría en ese tiempo hacer lo que mi mamá me permitiera, jugar todo el día o casi todo el día con mis amigos del barrio o de la escuela, ir al campo a cazar tomeguines, o bañarme en el río, sobre todo en lo más bajito, allí donde de tan limpia que estaba el agua podías ver como los pececitos te besaban los dedos de los pies.
Igual, me iría al monte, a recorrer las lomas, visitar las cuevas, ir al cine, al parque infantil, no leería mucho ni me iría a ver una obra de teatro. Estas dos últimas actividades las hice principalmente cuando ya era un joven, y cursaba la secundaria. No era todavía el tiempo de ir pensando en noviecitas ni en entretenerme en otros tipos de juegos como los que hoy acostumbran a jugar nuestros jóvenes, más cerca de las nuevas épocas llenas de nuevas tecnologías y de recursos sofisticados que aun cuando nos son útiles, utilizados en demasía pueden también hacer daño.
Mas les confieso, sin temor a ser criticado, que si algo bueno tenía la época en que mis compañeros y yo tomábamos las vacaciones, lo que más nos gustaba eran los campamentos de pioneros. Claro que allí había maestros, guías... eran los mismos maestros de la escuela, pero las clases eran otras: hacerle nudos a las sogas, escalar, aprender a orientarnos en la noche a través de la luna o las estrellas, trabajar con la brújula como si fuésemos el más avezado capitán de barco, descubrir pistas, conocer las diferentes especies de flores, frutas, árboles, mariposas, aves, animales, hacer fogatas. Y sobre todo, armar la hamaca y dormir en ella, la mayoría de las veces en cobertizos techados para evitar que la lluvia nos provocara un fuerte catarro.
Los días en el campamento de pioneros eran los únicos que ocupaban nuestras vacaciones sin que protestáramos, y al que siempre íbamos dispuestos. Queríamos que nunca se acabaran y que nos dejaran repetir, pero había otros niños esperando su oportunidad. Esos días no nos importaba el calor, ni lo que tuviéramos que caminar ni lo que comiéramos. Eran los mejores días de nuestras vacaciones.
Y saben, si algo le tengo que agradecer a esos días fue la vez que, —después, ya becado en la escuela secundaria básica Comandante Camilo Cienfuegos, en Ceiba del Agua, conocida como Ceiba 3, una vez acabado el curso escolar—, por iniciativa de alguien se implementó que los alumnos pasáramos una semana de nuestras vacaciones en la escuela junto con los padres.
En esa semana padres e hijos compartíamos labores productivas, se hacían brigadas mixtas y se emulaba a ver quién obtenía mejores resultados, todo en una sesión del día. En la otra, organizábamos competencias deportivas, o nos trasladábamos hasta la piscina de Ceiba Uno, única en existencia en aquellos años. Allí pude ver a nuestro Comandante en Jefe Fidel conversar con muchos padres, pero sobre todo con nosotros los estudiantes, y preocuparse por cómo la estábamos pasando. Y si alguien se quejaba de que había faltado la leche, el yogurt o el queso, en cualquiera de las escuelas, al otro día se resolvía el problema. Porque nada nos podía faltar.
Por la noche, era el turno de las actividades culturales y recreativas. Solistas y grupos profesionales llegaban a la escuela para ofrecer su arte. Y todos bailábamos y disfrutábamos con alegría, padres, hijos y personal docente que nos acompañaba. Eran los mismos maestros y trabajadores del curso, pero ahora en una interrelación más familiar, aunque siempre respetuosa y disciplinada. Quien cometiera una falta grave era separado, y como la pasábamos tan bien, nadie fallaba.
Claro que eran otros tiempos. La actual coyuntura económica internacional y su incidencia en nuestro país nos ha obligado a prescindir de estas jornadas. El bloqueo norteamericano nos intenta asfixiar cada vez más mientras nuestro pueblo y dirigentes buscan vías alternativas para tener, como está sucediendo hoy, un verano que nos permita ofrecerle al cubano una sana recreación llena de ofertas culturales y gastronómicas acorde con lo que se le puede ofrecer a la población.
Así y todo hay campamentos de verano, aunque no sean para todos los estudiantes de las diferentes enseñanzas. Hay palacios de pioneros que van a trabajar todo el verano, y durante el curso recién concluido y en las semanas de receso docente han funcionado campamentos de pioneros o los llamados campamentos de exploradores.
Y se me ocurre pensar y sugerir, ¿por qué en aquellas escuelas donde existen grandes espacios, incluso rodeados de frondosos árboles frutales, con un pedacito de tierra o piso para armar un juego de minifútbol, poner una mesa de ajedrez, montar una, dos, tres tiendas de campaña, la escuela no organiza su propio campamento de verano, de pioneros, de exploradores o como quieran llamarlo? No harían falta tantos recursos para ello. Se podrían visitar aquellos monumentos locales que no visitamos durante el curso, embullar a nuestros padres a pasar una noche juntos, a hacer cuentos, contar anécdotas y hasta recorrer el cielo si nos llevamos con nosotros algún viejo telescopio.
Sería esta opción, tal vez, mejor que organizar una «piyamada», de esas que hoy organizan nuestros hijos con el apoyo de los padres y en las que, la mayoría de las veces, solo pasan el tiempo oyendo música, comiendo chucherías o usando las nuevas tecnologías. Los recursos económicos serían los mismos, me atrevería a decir que hasta se ahorraría más y sería una diversión diferente.
Puede que piensen que soy anticuado, y quizá lo sea, pero de lo que sí estoy seguro es de que jamás he olvidado lo feliz que fui durante las vacaciones, y que aún hoy añoro el tiempo de mi etapa estudiantil, en que junto a mi familia compartía las vacaciones de una manera sana.


COMENTAR
Cubano100% dijo:
1
3 de agosto de 2017
11:05:56
sergio dijo:
2
4 de agosto de 2017
11:03:02
Teresa dijo:
3
4 de agosto de 2017
12:26:46
Carlos M. dijo:
4
5 de agosto de 2017
10:30:19
sachiel dijo:
5
8 de agosto de 2017
17:14:52
Responder comentario