«Un palo solo no hace monte», reza la voz popular; y se me ocurre que de algún modo la sabiduría de su esencia pretende ser un bálsamo frente la desconexión.
Ya lo advertían esas «memorias», cuando nos dejaban claro que el subdesarrollo, sobre todo, era esa incapacidad para relacionar las cosas. ¿Pero cómo lo hacemos? ¿Cómo relacionamos las cosas? ¿Cómo relacionamos a la gente? O mejor, ¿cómo lograr que esa relación sea tan cotidiana y necesaria, cómo entender que la construcción de un país mejor pasa por cada uno de nosotros todos los días?
Tengo una amiga a la que más de una vez he escuchado decir que no le interesa la política, y nada que se relacione con ella le importa. Más de una vez he intentado explicarle que eso ya es en sí una posición política, que no escapamos al contexto en el que nos movemos, aunque andemos así desentendidos de lo que pasa afuera de cada individualidad.
Porque el hombre, como especie es un animal político, y vive en una sociedad política, y renunciar a mezclarse con ella es tan utópico, como renunciar a ser seres humanos por ser la especie contaminadora del planeta.
Y esta amiga no es la única que piensa así. Es más fácil aspirar a que todo esté bien, que dedicarse a que sea mejor. A la sociedad donde se vive no podemos pretender verla desde un palco, y pasar por alto que formamos parte de la escena. De cada uno depende la armonía de la obra.
No pueden los mayores desconectarse de las nuevas generaciones, porque estas aprenderán lo que seamos capaces de transmitirles. No puede parecernos ajeno lo que se fragua en el esfuerzo colectivo. Y este último está compuesto por el esfuerzo propio, que debe aportar, además de a un fin personal, a esa sociedad donde crecemos. Un hombre solo no hace un país, muchos sí.
«Los hijos se crían para el mundo», suelen decir las abuelas, con ese acierto de los años que nos demuestra que de la educación que les demos dependerá cómo serán de las puertas del hogar hacia afuera, sin obviar el adentro. Será decisivo en que sean hombres y mujeres de bien, y en que aprendan a relacionar las cosas.
Y en medio de esta insularidad se me antoja que Cuba es hoy como una canoa, donde cada cubano tiene un remo. Solo avanzará si remamos parejos.


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Dalí dijo:
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3 de marzo de 2017
08:12:33
Vladimir dijo:
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3 de marzo de 2017
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Ángel Parra dijo:
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4 de marzo de 2017
21:09:18
Danays Alpízar Santos dijo:
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7 de marzo de 2017
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REDISAN dijo:
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26 de marzo de 2017
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28 de marzo de 2017
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