ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La penicilina era un tema que entusiasmaba a mi padre quien, lejos de ser un científico, hablaba de ella como si la hubiera descubierto en 1928, junto a Alexander Fleming.

En realidad la euforia por el antibiótico provenía de una generación que había estado expuesta a una magnitud de enfermedades bacterianas que, apenas sin trámites, podía enviar en pocos días a la tumba a familiares y amigos.

El moho, u hongo Penicillium notatum, no se elaboraría en grandes cantidades comerciales hasta 1938 y, a juzgar por las historias que me contaba mi padre en la década del cincuenta del pasado siglo, su uso masivo fue algo así como una fiesta con voladores que dejaba inaugurada la era del antibiótico.

Ya no había que temblar ante los neumococos, los estreptococos, los gonococos, los meningococos y la espiroqueta responsable de la sífilis. Allí estaba el nuevo invento de la ciencia para enfrentar, entre otros males, la septicemia, la gangrena gaseosa, la gonorrea y la escarlatina.

Y lo máximo para algunos: gracias a la penicilina, las enfermedades venéreas –azote de la época– se las tendrían que ver con un contrincante fulminante.

Una infección en una muela (el conocido flemón) hizo llegar un día a mi padre a la casa con el famoso pomito del polvo blanco y el agua diluyente.

–¡Un millón!– dijo plantándolo en la mesa como si estuviera hablando de un millón de pesos.

Tendría que inyectársela en cuatro partes de 250 000 unidades y a mi aquello me pareció una cifra descomunal.

Hoy sabemos que un millón de penicilina no le hace efecto ni a una hormiga y que los 20 millones están a la orden del día para tratar cualquier infección. La causa es la resistencia bacteriana, en aumento con los años, que ha obligado a buscar nuevos antibióticos, o a incrementar la dosis para conseguir el mismo efecto.

Igual sucede con otros muchos medicamentos, de cuya eficiencia se duda, llegado el momento de combatir una epidemia mundial inédita, bien aparecida de manera espontáneas en la naturaleza, o fabricada por manos aviesas.

De ello habló Bill Gates, fundador de Microsoft, en una reciente Conferencia de seguridad celebrada en Munich, donde dijo que la comunidad internacional debe prepararse para hacerle frente a una pandemia mundial. Y puso de ejemplo la epidemia del Ébola, en África occidental, o cualquier invención de un virus «con fines terroristas».

Gates, que colabora con su dinero en investigaciones médicas relacionadas con la seguridad de la salud internacional, dijo que, según los especialistas, «un patógeno transmitido por el aire propagándose rápidamente puede matar a 30 millones de personas en menos de un año».

Y pronosticó que es bastante probable que el mundo viva una nueva epidemia en los próximos diez o 15 años.
¿Principales lugares y motivos desencadenantes? Las zonas de guerra y la pobreza.

Frente a las cuales –cabe pensar– habría que buscar algo más abarcador y efectivo que aquella penicilina que un día tanto entusiasmó a mi padre.

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Yordanis dijo:

1

25 de febrero de 2017

16:20:21


Excelente artículo. Realmente interesante, por una parte la información brindada y por otra la redacción.

Daisy T. Rivero Leon dijo:

2

27 de febrero de 2017

02:17:45


Excelente como todo lo que escribe Perez Betancourt.

Roberto dijo:

3

27 de febrero de 2017

08:31:09


Siempre he seguido los comentarios de Rolando por lo atinado, mesurado, por ser un critico, que es realmente critico, y por demás polémico, a sus 70 años sigue teniendo esa perspectiva clara de las realidades de este mundo, dado que siempre nos muestra las dos caras de la luna, algo que poco hacen por suerte o desgracia

Isador dijo:

4

27 de febrero de 2017

12:09:12


Siempre muy atinado en sus críticas y las conclusiones que cierran sus artículos. Excelente crítico de cine y de cualquier tema que aborde. Gracias.

ELP dijo:

5

27 de febrero de 2017

14:00:59


Rolando, hoy en día el problema de la rsistencia bacteriana a los antibióticos es una amenaza mundial, y no solo en las enfermedades humanas propiamente dichas, se ha demostrado que el uso indiscriminado en el ámbito veterinario ha llevado a que bacterias presentes en los animales adquieran resistencia y de ahí pasen al hombre, sobre todo por la vía alimanetaria, una vez en el organismo humano lo más terrorífico es que esa resistencia se la pueden transmitir a otras bacterias que pueden causar enfermedades en el ser humano, o bien ellas mismas afectar directamente al hombre, sin duda, esto se ha convertido en un problema medioambiental mundial y la culpa la tenemos nosotros

ELP dijo:

6

27 de febrero de 2017

14:06:31


Rolando, se me olvidaba, uno de los principales motivos de la aparición de resistencia bacteriana son los tratamientos incompletos como el que ud describe en su trabajo. Se aconseja que el tratamiento debe tener como mínimo 7 días en la dosis y frecuencia correcta y aunque sintamos mejoría debe completarse porque pueden no haberse eliminado todos los gérmenes y la infección reactivarse, con riesgo de que el antimicrtobiano ya no sirva

Lianet dijo:

7

28 de febrero de 2017

11:42:26


Excelente y actualísimo comentario!!! es sumamente grato escuchar que este tema trasciende al personal de la salud... es exacta, precisa, fundamentada y totalmente accesible la información brindada. Ciertamente el descubrimiento de los antibioticos, incluida la penicilina, se vió cercanamente acompañado de otros no tan halagueños como es el reporte de la resistencia y desde entonces se ha incrementado hasta el día de hoy en el que la comunidad científica médica y la OMS la cataloga como la epidemia del siglo XXI. Gracias por promover arte, cultura y salud. Enhorabuena!!!

nicolas perez delgado dijo:

8

1 de marzo de 2017

07:19:41


Otra buena crónica, Rolandito. En días estaré en La Habana, te daré un abrazo y regalaré el libro "Crónicas desde Miami" que ya me editaron y ahora sale en la Feria del Libro de Pinar del Río. Recuerdo tu libro sobre la crónica. Abrazo anticipado de Nicolás.