Hubo una incertidumbre, un vacío, un hundimiento, o mejor dicho, un bache, en buen cubano. Muchos cayeron en ese bache. O los hicieron caer. No todos salieron ilesos de allí, no todos salieron del todo. Pero regodearse en la herida, lucrar con ella no es digno ni ético y mucho menos propio de revolucionarios. ¿Quién contribuyó como nadie a sacarnos de allí? Fue él, no me pregunten cómo ni con qué argamasa pudo rellenar ese bache. Su inteligencia, su optimismo, sus ideas; esas que hoy han fructificado en la cultura cubana fueron sus instrumentos de rescate de lo que se iba a perder en lo oscuro.
1975 fue un año providencial para el movimiento cultural cubano. Él fue situado donde hacía falta, ahí donde había que desbrozar las malas yerbas, donde había que erradicar el arribismo y la mediocridad.
Y lo hizo con elegancia, con cautela, sin cercenar cabezas, más bien sacando del hueco aquellas que iban a rodar y poniendo a un lado rencores y revanchas. Él es uno de los marxistas más consecuentes de Cuba, más convencidos y uno de los más lúcidos. El fidelista, el amigo legal y el honesto, el gladiador de mil batallas, el incansable que convierte lo cotidiano en extraordinario; él es él, inquieto, hiperquinético, creativo, con las balas en la cartuchera y el gatillo listo en el disparador de ideas, proyectos y acciones que encontrarán ecos en los amigos agradecidos para quienes él, impoluto con su cubanísima guayabera blanca, será siempre el Ministro, porque sin duda clasificó en la categoría de ministros de lujo. Y un ministro de lujo no es otra cosa que un hombre culto, modesto y generoso. En dos palabras su ejemplo, su espejo.
Un hombre que lleva un nombre que ya está en los museos y en la leyenda. Un nombre que no se puede separar de la Revolución Cubana. Un nombre que no se puede separar de la cultura cubana, de la vida de los escritores y artistas con los cuales ha mantenido un vínculo vivo y fértil. Un vínculo entrañable.
Un hombre, además, que vela con devoción por el Hermano Mayor, un martiano profundo y convencido. Un cubano grande que como dijo el poeta sevillano es en el mejor sentido de la palabra bueno. Un fundador que está ahí donde es más útil. Un cubano que llegó a esta Feria del Libro con el brío y la audacia de sus años juveniles en la escritura, cuando salió repentinamente de las filas de los detenidos y amarró cuatro camisas blancas para escapar con vuelo de gato de la Audiencia de La Habana y continuar la obra de la Revolución junto a Fidel y Haydée, junto a todos nosotros. Un hombre sincero de donde crece la palma: Armando Hart.
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Josep dijo:
1
17 de febrero de 2017
06:49:44
Joel Ortiz Avilés dijo:
2
17 de febrero de 2017
12:13:44
Alejandro dijo:
3
17 de febrero de 2017
16:32:28
F. PÉREZ ÁLVAREZ dijo:
4
18 de febrero de 2017
18:11:39
JUana Ester dijo:
5
21 de febrero de 2017
09:44:21
OrlandoB dijo:
6
22 de febrero de 2017
06:20:12
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