ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

La Conceptualización del modelo económico y social cubano de desarrollo socialista y el Plan Nacional de Desarrollo Social hasta 2030: propuestas de la nación, ejes y sectores estratégicos constituyen, sin ponernos muy teóricos o académicos, continuación de una cultura del debate, retomada desde el 2007 en el país, cuando en Camagüey se nos llamó, por el General de Ejército, a darle riendas sueltas a la opinión, ejercicio que ha tenido antecedentes en otros momentos.

Basados en estos se expresan puntos de vista y les conferimos cuerpo a la democracia, ese término tan llevado, traído y vuelto a traer. Que el pueblo, participativamente, tenga oportunidad de incidir en la elaboración de futuros documentos, luego sometidos, para su aprobación definitiva, al análisis del Comité Central y la Asamblea Nacional del Poder Popular, es un ejercicio democrático fruto de la experiencia de una Revolución, cuya osadía ha sido hacer justicia y buscar la independencia patria.

Han hablado religiosos, la juventud, trabajadores estatales, cuentapropistas, mujeres, artistas, docentes, nuestros combatientes... los que optan por vivir en este archipiélago y echan su suerte aquí. Se confió en el poder de decisión y capacidad reflexiva de muchos en función de modificar, eliminar, adicionar o expresar dudas ante los textos, divididos en capítulos y epígrafes nada improvisados, elaborados por expertos durante varios años.

El 2030 se ve distante, a lustros de sudor; sin embargo, en términos económicos, ese tramo de vida es dinámico y exige mejoras en la marcha y no únicamente con la llegada de la fecha indicada. Porque, si se aplican todas las medidas y los razonamientos del Plan Nacional de Desarrollo Social..., todos los caminos conducirán a la prosperidad sostenible, la que debemos inmunizar del “teque” o las consignas de mural, y sí llevarla a la práctica en la mesa, los salarios, los precios en sus versiones “bajas” y hasta el PIB, tan lejos y tan cerca del bolsillo, tan nacional como palpable.

Permitir que las discusiones salgan de los núcleos o los comités del Partido es el reflejo de una sociedad llamada a cavilar sus pasos en colectividad, sin dejar a nadie excluido o ignorado, por muy simples que sean sus planteamientos, pues hasta en las obviedades se pueden apreciar verdades. Lo mismo vale la palabra de una jubilada o un joven pelado al “Mawa”, que la del profesional brillante o el dirigente capaz, ahí está la fortaleza del consenso insular, una unidad que se admira o envidia en el mundo, porque por ella quedó desterrada del vocabulario criollo la palabra derrota.

Conscientes de que la unanimidad es una utopía, cada debate requiere de personas con oídos receptivos, que aprecien la diversidad de criterios, sin caer en el pugilismo verbal, el pulso eterno, las doctrinas huecas o el aleccionamiento, practicando la receptividad y la tolerancia. De nada vale desechar una valoración (por muy escueta o polémica), ya que por encima de esto está el valor de un fraterno diálogo de suma y multiplicación, nunca de resta y división.

Granma alertó en su editorial acerca de que “no faltarán los enemigos, los escépticos, los vacilantes...” y sus otras variantes, que van desde los anexionistas hasta los detractores y pusilánimes; pero esos son los menos, nosotros somos los más, los que queremos una Cuba deslindada de drogas o tiroteos, hipotecas o despidos, bombardeos o enfermedades.

Economía, paz, firmeza ideológica, solidaridad y patriotismo, esas son las palabras del actual proceso de consultas con las masas, el cual sobresaldrá en nuestra Historia como un pasaje que dio resultado, a contrapelo de aquellos que quieren vernos hundidos en el lodazal, patinando de fracaso en fracaso o tendidos en el camino.

El estado deseado es la síntesis en la Visión de la Nación, hacia ese deseo vamos, en pos de perfeccionar lo perfectible, lo que debe ser cambiado, sin renuncias o sumisiones.

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