ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

A sus casi ya 20 años de muerto pocos hablan sobre Ángel Escobar. Tampoco es que haya que hablar sobre él como sobre el fútbol, o que haya, por fuerza, que leerle primero o mejor que alguien (esos argumentos de los que leen) para decir luego sobre Án­gel Escobar. No hay que endiosarle. Pero parece adusto que, a sus casi ya 20 años de muerto, en medio de un desorden, pocos hablen sobre Ángel Escobar.

Digo desorden con timidez. Pero debo decirlo porque es, de lo que dicen, lo recurrente en pos de sus poemas. Que son tristones, pesimistas, caóticos. Y cierto es que parecen escritos con la cabeza baja. Palabras hilvanadas como con prisa por un hombre que es bueno hilvanando; uno que sabe qué palabras van dónde. (Hay una Isla en el centro del deseo. / Corren, vuelan: sus habitantes dicen / lo que aguarda en el sol de sus augurios.) Y ese caos no es un caos sencillo. Es lo que deja adentro al leerlo. Ese gusto salino de apearte en La Habana el 20 de marzo del 87, o el 4 de marzo del 94. En una Ha­bana que avanza paciente sobre el tamiz de él.

Sería suntuoso decir que Escobar es el reflejo de una generación. O que ese caos era un caos social. Pero sería arriesgado no decirlo. Tampoco hay que ser fuertes a la hora de juzgar a un poeta. Ni a un humano. Menos a uno que vivió tanto fuera de sí mismo que, un día (o en el transcurso de varios), construyó un paraíso en su cabeza, y le llamó Sitiocampo, y se encerró dentro, y no volvió a salir. (Me pondré sobre mi alma a ver; no dejaré más solo el corazón urgente.)

Pareciera que a veces dio una ojeada por encima del balcón. Que vio la ciudad y que volvió a sí mismo. Pareciera que el método era un método oruga. Y que 40 años no dieron tiempo a conseguir las alas.

De Escobar, digo, acaso por si hubiera que darle un giro práctico, lo que hay es que aprender a exacerbarse con uno mismo, a saberse uno mismo quién es, qué da, cómo puede ser útil; y ocupar menos tiempo en lo vecino, en lo que es problema, en lo insignificante. De Escobar, digo, lo que hay que aprender es que hay que buscar la paz en uno mismo, y hacerla llegar luego a los demás. Eso es el arte…

Porque a sus casi 20 años de muerto Ángel Escobar aún es un alivio; un curujey hipnótico en el árbol de la poesía cubana; un hombre díscolo que, para bien, nos instiga a saltar.

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Triple A dijo:

1

12 de febrero de 2016

09:32:21


Estimado periodista: Al curujey lo conozco como una planta parásita, pero siempre muy fresca, vive con orgullo y con su cabeza alta (hacia arriba). Nunca he logrado verlos tristes ni "cabeza abajo" aun en las peores sequías. Hasta muertos siguen en pie, por lo que no veo su comparacion con el mencionado escritor o poeta. Qué inculto!!!!no se quien es Angel Escobar, parece q murió joven como Wichi Nogueras, El Colorao, de quien si se conoce mucho "de la poesía policial" que nos dejó como patrimonio. Infiero que con su corta edad, 22 0 23?? ha tenido la posibilidad de quedar impresionado por la obra de alguien que no conoció. Por favor, sino le es molestia, qué titulo me recomienda busque de este escritor habanero...o cubano, da igual, para saldar mi deuda con la incultura.

Javier San Juan Respondió:


12 de febrero de 2016

15:21:06

Estimado amigo: Los curujeyes son plantas epífitas no parásitas. No parasitan las plantas, simplemente son un soporte donde crecer.

Laura Respondió:


18 de febrero de 2016

14:02:28

Estimados lectores “lo que hay ahí”, a mi juicio, es una convocatoria del joven periodista a reencontrarnos o encontrarnos, según el caso, con un poeta cubano que evidentemente ha dejado en él, a pesar de su juventud y no por ella, una huella indeleble. El lenguaje metafórico del periodista permite una amplia interpretación que, en este caso, dependerá del conocimiento de la obra, de Botánica y hasta del análisis y exégesis que de ambas se haga. Además de las interpretaciones dadas, nominarle Curujey también podría significar que la obra de Ángel Escobar está asida a la literatura cubana, tal Curujey a otra planta, pero a su vez se distingue de ella, pues tiene vida propia e independencia al igual que la citada epífita; recordemos también que el Curujey fue altamente valorad por nuestros mambises, pues en sus hojas generalmente se deposita agua con la que mitigaban su sed. La metáfora utilizada, sólo Jesús Jank podrá dilucidarla, gracias a Triple A por exhortarnos a leer a otro autor, aunque sus comentarios ponen en duda su “incultura”. Tengamos presente que si leemos más, sabremos más.

Manolo dijo:

2

15 de febrero de 2016

10:42:59


He leido este texto 14 veces. Hay algo ahí. Hay algo...

Y Izquierdo dijo:

3

15 de febrero de 2016

10:49:55


Gracias Javier.

ramirez dijo:

4

17 de febrero de 2016

11:03:55


en mi opinion aunque no sea muy estudiada del tema cuando se comparo a este poeta o escritor con el curujey se le comparo por algo, debio tener sus cualidades para compararlo con esta planta, aunque tambien creo que se debio comparar con otra. nunca he leido nada de angel escobar y si sus poemas son trisres me gustaria conocerlos aunque no paresca siempre se aprende algo de ellos

Jesús Jank Curbelo dijo:

5

19 de febrero de 2016

14:29:17


No me gusta hacer esto, pero GRACIAS, dos o tres veces, Laura.

sant dijo:

6

21 de marzo de 2016

20:05:08


Otro tema intersante de este joven periodista, el curujey es una planta curiosa, a mi me llama mucho la atenciòn por su forma, quisas debe estudiar a la propuesta de acercamento a este escritor, pues no lo conocia y quisas pueda ser tan interasante como la misma planta a la que hace referencia, gracias por despertar motivaciones para nuestro enrriquesimiento cultural.