ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Cómo redimensionar la enseñanza de la historia, para transmitirla a las nuevas generaciones desvestida de los trajes encorsetados y distantes en que a veces se coloca; cómo explotar mejor los diferentes escenarios de la comunidad, incluyendo la escuela —su centro cultural más importante— para hacerlos partícipes de esa formación y posicionarlos —a ellos y sus entes fundamentales— como los sitios y personas adonde dirigir la mirada en la búsqueda del conocimiento y los saberes indispensables para la vida. Cómo inyectar el imaginario juvenil de la necesidad de indagar en las fuentes vivas de la historia, si se quiere comprender quiénes somos y cuáles son los desafíos que nos corresponden enfrentar en la Cuba de hoy.

Estas y otras interrogantes martillaron mi cabeza recientemente, cuando tuve la oportunidad de participar en el reencuentro de los oficiales graduados en la Escuela de Responsables de Milicias, que cumplió el aniversario 55 de su primera graduación el pasado 24 de noviembre. Asistí motivada por escuchar los pasajes en la boca de sus protagonistas, por encontrar en ellos lo que hay más allá de lo que nos cuentan los libros y las reseñas periodísticas, los recuerdos que atesoran los hombres y mujeres de carne y hueso que con mi edad, con menos edad que yo, agarraron un fusil y combatieron en las arenas de Playa Larga y Playa Girón, cuando eran apenas estudiantes de ese centro.

Confirmé entonces que sus antecedentes inmediatos se en­cuentran en la formación de oficiales en la Escuela de Cadetes de Managua y la creación de las Milicias Volun­tarias Popu­lares. Que se fundó un 17 de agosto de 1960 por instrucción de Fidel ante la creciente hostilidad del gobierno de los Estados Unidos, y tuvo como primer director al entonces primer teniente José R. Fer­nández (El Gallego). Que se impartieron dos cursos —el primero concluido en noviembre de 1960—; y el segundo se “graduó” con las acciones combativas del 17 de abril de 1961. Que los cursos tuvieron un programa de estudio intensivo en las materias militares, impartido con profesionalidad y exigencia por sus docentes.

Contaba el Gallego Fernández, en esa suerte de recuento, que muchas de las acciones fueron dirigidas personalmente por Fidel, y recordó el día que, mientras probaba las armas en la orilla de la Bahía, llegó el Comandante y estacionó en la entrada de la escuela. “Era un domingo en horas de la tarde. Allí se trabajaba todos los días. Los alumnos, reunidos en un coro, empezaron a 'descargarle con todos los hierros', sobre la exigencia, la disciplina, los viernes que no les daban pase, que una compañía tenía que quedarse cada fin de semana, etc, etc... Era lo que ellos pensaban. Era la expresión de la conducta que teníamos que transformar nosotros.

“Yo llegué presuroso de la playa y me quedé a unos diez pasos detrás del coro. Vi que él me vio y siguió escuchando.

Cuando la 'descarga' terminó se viró para mí y me dijo: ¿Quién te ha dicho a ti que tú puedes dar pase en esta escuela? Dijo entonces que el que estaba allí era voluntario, dio una lección de firmeza y de disciplina a los estudiantes. Allí habíamos ido a formarnos, a trabajar, a educarnos. A partir de ahí no hubo más reclamaciones”.

Así, se fueron hilvanando cada una de las historias que no alcanzarían a describirse en estas páginas, anécdotas de miedos, pero de coraje; de precariedad, pero también de riquezas espirituales. Descubrí en esos hombres y mujeres un potencial educativo enorme, un potencial que —sospecho— pudiera ser más explotado en nuestras instituciones docentes y comunidades. En esos hombres vi a los jóvenes que hoy, mochila al hombro, suben al Pico Turquino como lo hicieron ellos en tres ocasiones. Vi a quienes, más recientemente, protagonizaron una Revolución Ener­gética; y a los que ahora concretan la actualización del modelo económico cubano desde su puesto de trabajo. Y me pregunto si no serían los mismos capaces de subir a la Sierra fusil al hombro, si en ello se jugara la libertad y el futuro de su país. Claro que sí.

Hay una parte de la historia que no se ha escrito, y son esos fragmentos de vidas que guardan en sus memorias los hombres que la hicieron. Esos trozos de Revolución que andan en cada uno de ellos, y se esfuman si no son utilizados con intencionalidad e inteligencia. Ex­pe­riencias positivas existen, desde la coordinación con la Asociación de Combatientes de la Re­volución Cubana, en algunos lugares donde ha rendido frutos el trabajo comunitario, mas todavía es palpable, en la mayoría de las instituciones docentes, la carencia de estudios que ubiquen in situ las potencialidades del entorno donde están enclavadas, incluyendo aquellas personas que desde la experiencia de sus años y de su papel en la construcción de la sociedad cubana actual, podrían coadyuvar en la formación de las nuevas generaciones.

Algunas respuestas pudieran hallarse en los deberes que todavía pesan sobre los docentes y directivos —amén de la flexi­bilidad del horario docente— quienes son los encargados de (re)pensar el diseño de un aula y una escuela mejor; quizá en el mal hábito acomodaticio en el cual nos sucumbe la rutina, o en el todavía imperfecto trabajo de los Consejos de Escuela. Sin embargo, puede llegar a pesarnos mañana si desde hoy no humanizamos la historia, y utilizamos todos los recursos a nuestro alcance para convertirla, como diría el escritor y político romano Cicerón, en testigo de los tiempos, luz de la verdad, maestra de la vida. Allanemos desde hoy el camino y aterricemos al plano de la acción los compromisos con la educación cubana, que son, en definitiva, los compromisos con el futuro de la Patria.

Estas y otras ideas martillaron mi cabeza aquel día, pero no fue suficiente para dejar escapar la magia de las palabras cuando vienen acompañadas de la sabiduría de los años, del amor a ese pedazo de país tan suyo, que llevan dentro los hombres que luchan por él, aunque en ello les vaya la vida.

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jose Alberto dijo:

1

18 de diciembre de 2015

08:31:04


Lissy muy adecuado su comentario, Gracias por tener las Ideas, de seguir cultivando dentro de tu presencia tanta verdades, demuestras con tus palabras eficientes tiempos cultivando de buena sabiduría. Sigue así disfrutando de los buenos conocimientos, y puedas llegar a todos los corazones siempre

Chiong dijo:

2

18 de diciembre de 2015

13:16:19


Muchas felicidades por tus escritos, he leido algunos de ellos y he visto calidad y profundidad en el sentido de las palabras, sigue trabajando asi, desde que estabas en la vocacional se notaba tu entusiasmo por este arte. Felicidades!!

raymond dijo:

3

22 de diciembre de 2015

07:30:25


Lissy muchas gracias por llevarnos a todos los que tengan la dicha de leer tus escritos a ese infinito placer de revivir la historia; sobretodo, si es la de nuestro país, forjada por cientos de hombres que caminan junto a nosotros y los vemos como una persona más de nuestro ámbito diario. A ellos le debemos lo que hoy disfrutamos y recordarlos es el mayor estímulo que se le puede entregar por las hazañas logradas. Gracias nuevamente escritora del tiempo.

Jorge dijo:

4

22 de diciembre de 2015

11:15:30


Lissy muchas gracias por tus comentario, te deseo que pueda continuar escribiendo y que al igual que nosotros otros puedan leerlo. muchas felicidades por el nuevo año.

Pablo LML dijo:

5

23 de diciembre de 2015

11:48:21


Mejor te dedicas a escribir poesía. Después de leer el primer párrafo casi me quedo dormido. Recuerda que todo se resume a esto: La base económica presupone la superestructura. La gloria que se ha vivido se consolida con un socialismo próspero y sostenible y con el modelo actual que se empecinan en mantener en Cuba de socialismo, no es posible.

Maria Emilia Garricks Barroso dijo:

6

5 de enero de 2016

16:16:34


Lissy muy bueno tu comentario estoy de acuerdo contigo,en dias pasados viendo la Mesa Redonda con el Cmdte Guillermo Garcia pense en lo mismo que tu esa es la historia viva y hay que incrementar esa forma de contarla para que las nuevas gneraciones la conozcan y las viejas no la olviden