Llueve en algunas partes del territorio de Holguín. Ojalá fuera “a cántaros” y en todos los rincones para atenuar los efectos de la prolongada sequía. Hace muy poco el directivo a cargo de las áreas agrícolas de Mejía, en el municipio de Banes, dijo con amargura que estaban a punto de arribar al año sin aguaceros.
Para una provincia como esta, que tiene destinadas a la producción de viandas, granos y hortalizas 53 000 hectáreas, la mayoría en condiciones de secano, el panorama es alarmante.
La falta del agua proveniente de las nubes también repercutió en las áreas con riego. Bajo ese régimen el territorio posee 8 600 hectáreas y la disponibilidad real del preciado líquido benefició en el último año a unas 2 800, según datos ofrecidos por funcionarios de la Delegación Provincial de la Agricultura.
Pero seamos objetivos: la sequía no es la única responsable de que algunos productos agrícolas tengan un comportamiento escurridizo y que otros aparezcan valorados varias veces por encima de lo invertido en producirlos.
Ha faltado visión rectora para restituir la siembra de cultivos necesarios como el boniato, el plátano burro y la yuca. Los campesinos, máximos responsables de que no falten las viandas, pues tienen en sus manos más del 80 % de la producción del renglón en la provincia, “cojean” de varias formas.
Unos, tentados por los altos precios, se concentran en la siembra y cosecha de maíz y frijol y ponen a un lado los demás cultivos que igualmente forman parte de la dieta cotidiana. Otros, los plantan y cosechan, pero a la hora de establecer los compromisos con los directivos de sus cooperativas para entregar a Acopio, que representa al Estado, ofrecen mínimas cantidades y destinan el grueso al sistema de oferta y demanda, con su entramado de despiadados especuladores.
Los campesinos y las juntas directivas de las cooperativas que actúan así soslayan compromisos sociales. No hay dudas de que la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) tiene que asumir una posición más enérgica que contribuya a modificar ese comportamiento.
También es responsabilidad de los funcionarios de la Agricultura que realizan contrataciones superficiales o no exigen el cumplimiento de lo pactado. Lamentablemente pasan por alto las verificaciones en el terreno, es decir, visitar a cada productor y determinar su potencial real.
Ha faltado control sobre los usufructuarios de tierra. Aquí se entregaron años atrás unas 138 000 hectáreas, de las cuales poco más de 38 000 fueron destinadas a cultivos varios, pero no se ha exigido con energía lo que deben aportar. Incluso, varios de los que las explotan argumentan que producen poco porque no tienen aperos de labranza y otros medios, pero olvidan que recibieron las áreas bajo una declaración jurada en la que afirmaron lo contrario. ¿Oportunismo? ¿Malas intenciones?
Las entidades productoras de caña igualmente dedican considerables espacios a la producción de viandas para autoconsumo. Análisis recientes confirman que muchas veces los volúmenes obtenidos están por encima de las necesidades, pero la mayoría de los excedentes va a parar a los mercados de oferta y demanda.
Si cerraran filas con Acopio, habría más productos en los mercados agropecuarios estatales; sin embargo, no pocas veces estos establecimientos se convierten en abastecedores de los revendedores. ¿Acaso no es común ver a estos oportunistas ofertando a precios altos en las puertas de los mercados lo mismo que compraron allí por menor cantidad de dinero?
La solución no solo está en pedir benevolencia a la naturaleza. En Holguín para tener más alimentos agrícolas en la mesa, además de la disponibilidad de agua y su uso racional, deben ser taponadas todas las vías que brindan paso a estrategias equivocadas, desorganización, descontrol, egoísmo e ilegalidades.
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CARLOS dijo:
1
30 de octubre de 2015
08:06:37
Alexis M. dijo:
2
30 de octubre de 2015
09:41:20
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