Hay a quienes la vida les pone en la frente una estrella para brillar. No importa si el camino para hacer la luz ha sido corto o demandó muchos años. Luego en el recuerdo hacen guiños por siempre. Este fue un hombre de los destinados a brillar.
Sabía que lo de conquistar libertades era un duro oficio y así lo dejaría escrito en una de las cartas que enviara desde el exilio antes de convertirse en el segundo jefe de la expedición del yate Granma. Porque Juan Manuel Márquez fue un hombre de ideas, de acción, de luz…
Los días de la dictadura de Machado lo vieron darse a la lucha y le mostraron de qué estaban hechos los muros del Castillo del Príncipe y el Presidio Modelo, adonde fue a parar siendo muy joven.
Al caer Machado, integró el Ala Izquierda Estudiantil y la Hermandad de los Jóvenes Cubanos, orientada por el primer Partido Comunista.
La lucha era difícil. Defender las ideas requería de inteligencia y coraje. Se imponían los riesgos como los que corría cada vez que el semanario El Sol, de Marianao, le publicaba sus artículos, reflejo de su compromiso político y la honradez de su actuar.
“No abandonaremos nuestra pluma mientras no obtengamos la realización del programa revolucionario que nos impusimos al principio de la lucha, a no ser que la esterilidad de la misma demuestre la necesidad de medios de acción más radicales”. Y aquellas palabras sonaban como declaración de principios. Sin dudas lo eran.
Pero antes, cuando comenzaba en su andar entre letras y discursos, no dejó de crear las armas que le ayudaran a dar cauce a sus ideas. Así nació el periódico El Radical, cuando solo tenía 17 años, y luego llegaría el Catapulta con la idea clara de combatir la penetración imperialista y el apoyo que le daban los politiqueros de la época.
Pero no solo en la palabra escrita encontró aliados. Cuentan que tenía unas dotes extraordinarias de orador y que con su voz segura parecía que siempre estaba leyendo por la estructura y la seguridad en sus oraciones.
Fidel luego del triunfo de la Revolución en uno de sus discursos lo recordaría como su compañero de organización en el M-26-7 en el exilio, aquel orador formidable que ponía de pie a la multitud con su palabra vibrante.
Esa misma voz se escuchó en espacios de la COCO y otras emisoras radicales del país: moldeaba su camino definitivo el intelectual-periodista, el político que creó junto a Chibás el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo).
Los días duros del presidio volvieron. En verdad no importaba el gobierno de turno, bastaba que fuera corrupto, explotador o proimperialista. No le faltaron persecuciones, golpizas y torturas que le obligaran a hospitalizarse.
Cuando salen de la cárcel los moncadistas Fidel lo contactó. Fue a verlo mientras se recuperaba en un hospital de una golpiza de la policía batistiana. Bien sabían, en la coincidencia de sus pensamientos, que la insurrección armada era la vía para derrocar al tirano. No faltaba más: llegó el exilio.
Pero la labor no terminaba. Vinieron tiempos de preparar la expedición que partiría desde Tuxpan: la compra de las armas, el entrenamiento de los compañeros de lucha, el sueño con las lomas...
Llega el 2 de diciembre y Las Coloradas. Luego del bautismo de fuego de Alegría de Pío se afinca en la batalla, cubre a sus compañeros, pero dispersados los expedicionarios comienza a vagar por la zona intentando alcanzar la Sierra. Es víctima de una delación: le apresan, lo torturan, lo asesinan el 15 de diciembre.
Fidel dio la orden de buscarlo. La búsqueda se hizo larga, infértil: el verbo de Juan Manuel, la virtud que convoca había sido asesinada.
Y Santa Fe perdía a un hijo que había visto nacer un día como hoy pero de 1915; que con 15 años ya comenzaba a dar batalla y hacer su camino contra la injusticia; que tuvo la simiente en las ideas de un padre tabaquero independentista, una madre maestra, y el pensamiento de Martí.
Como quien sabe su destino, antes del Granma, con el anhelo de la Sierra, en mayo de 1956 reiteraba su posición en la carta que se convertiría en testamento: “Nosotros no nos detendremos ni pensamos que haya nadie que pueda detenernos. Sabemos que nuestros destino es vencer o morir, como cae en la arena el gladiador”.
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Carlos de New York City dijo:
1
3 de julio de 2015
09:58:44
Jorge dijo:
2
4 de julio de 2015
11:55:44
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