ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA

Dicen que era de baja estatura, pero robusta, nerviosa, de rápidos desplazamientos: como si los pasos quisieran alcanzar a las ideas aglomeradas en su mente.

Los dibujos de su rostro la hacen imaginar severa aunque accesible. Esa faz nos la revela como una mu­jer dueña de una decisión, abocada a cumplirla, si bien no distanciada de la vida y sus placeres cotidianos, que la convierten justamente en eso: vida y no tragedia, aun en me­dio de la guerra.

Más allá de los años vitales a los que remite la iconografía, todavía se advierte belleza, sensualidad, pa­sión en la cara de Mariana Grajales. ¿Qué clase de hombre total y ex­traor­di­nario habría que ser para vi­vir y dormir junto a ella, en plena juventud y luego? A la hora de pensarla imagino a los dos que compartieron su entorno, oxígeno, cama: Fructuoso y Mar­cos.

No necesariamente de mujeres así de magnas nacen hijos excelsos; mas no fue ese el caso sucedido en la familia Maceo Grajales, un núcleo filial que acaparó la atención por su connotación política e histórica en el siglo XIX cubano. Mariana dio a luz a grandes patriotas,  esenciales en las guerras de liberación nacional.

Inmensa por sí sola, además generó vástagos ilustres a quienes mostró, con su ejemplo personal, cuál es la forma de actuar cuando tu suelo es colonizado. O puede serlo.

En el año del bicentenario de la san­tiaguera hija de dominicanos, ca­be re­cordar la significación crucial de la educación familiar, colectiva, so­cial, hu­mana, concepto que esta mu­­jer com­prendió y llevó tan bien a la práctica.

Ejemplo personal y decálogo vivo de dignidad, gallardía, decoro, justicia, amor a la patria, honradez, entereza, fe, disciplina y fidelidad al em­peño, en su actitud se refrenda la verdad cardinal de que solo se consigue lograr el Bien en la persona mostrándole el camino del Bien.

De emplearse en la —ojalá algún día posible— biografía fílmica de ficción de la heroína esa imagen en la cual, toda optimismo, hace decir a sus hijos de rodillas y frente a un crucifijo de Cristo: “Juremos libertar a la Patria o morir por ella”, contribuiría mejor a la comprensión del sentido ético de nuestro itinerario como na­ción. El cine cubano tiene una deuda con la progenitora de Antonio, José, Rafael, Miguel, Julio, Tomás y Mar­cos Maceo Gra­jales; y de Felipe, Fer­mín, Manuel y Justo Regüeiferos Gra­jales, 11 varones de los cuales solo le quedaban cuatro tras finalizar la epopeya del ´68; a ellos sumada la pérdida de su segundo esposo, a menos de ocho meses de iniciada esa Guerra.

Dicha deuda con la hija de José Grajales y Teresa Coello la comparte igual la Educación actual y nuestros medios de difusión masiva. Todavía, a estas alturas, se hace necesario dar a conocer con más asiduidad, tanto en las escuelas como en los medios, las facetas de esta dama de la manigua insular; no solo a la vera de efemérides señaladas.

No en balde, en reciente taller por el bicentenario celebrado en Guan­tánamo, una destacada especialista nacional en el tema consideró que ha sido poco divulgado su papel en la inteligencia mambisa, la creación de hospitales de campaña u otros servicios prestados a la Revolución, algunos de ellos inéditos.

Martí, quien solo puso una palabra en su tumba: “Madre”, ha sido quien de manera más nítida nos la dibujó para la posteridad. Al fallecer en Kings­­ton, en 1893, él escribió en el órgano del Partido Revo­lu­cio­na­rio Cu­bano: “Con su pañuelo de an­ciana a la cabeza, con los ojos de madre amorosa para el cubano desconocido, con fuego inextinguible, en la mirada y en el rostro todo, cuando se hablaba de las glorias de ayer, y de las esperanzas de hoy, vio Patria, hace poco tiempo, a la mu­jer de ochenta y cinco años que su pueblo entero, de ricos y pobres, de arrogantes y de humildes, de hijos de amo y de hijos de siervo, ha se­guido a la tumba, a la tumba en tierra extraña. Murió en Jamaica, el 27 de noviembre, Ma­riana Maceo”.

Justo entonces, Antonio le escribe a nuestro Héroe Nacional: “Ella, la madre que acabo de perder, me hon-ra con su memoria de virtuosa ma­trona, y confirma y aumenta mi de­ber de combatir por el ideal que era el altar de su consagración divina en este mundo (…) A ella, pues, debo la consagración de este mo­mento”. Él siempre lo había creído e igual así lo supo su amigo Martí.

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P350 dijo:

1

6 de junio de 2015

09:25:54


Señor periodista, la deuda, con Mariana,mejor dicho, con nuestra historia,es de nuestros medios, RECUERDO, LAS AVENTURAS DE LOS MANBISES,se ha hecho algo parecido despuès, por què no se hacen aventuras o seriados, al estilo de Duaba la odisea del HONOR,por que no se publican libros infantiles que recreen pasajes de nuestra historia, en fin, la escuela es solo una vìa, pero existen muchas otras, que se subutilizan o se mal utilizan, en cosas que nada tienen que ver con nuestra historia e ideosincracia.

jossie dijo:

2

10 de junio de 2015

10:23:54


¿Llegaremos a verla por fin convertida en lo que es... La Madre de la Patria?.... magnífico artículo de la Mariana mujer y madre