ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Foto: Juvenal Balán

A las abuelas se les multiplican los hijos más allá del número de sus partos. No necesitan concebir para volver a ser madres cada vez que les nace un nieto. El instinto del amor materno y las energías se les duplican cuando crece la familia.

La presencia de un nuevo ser en la casa les cambia totalmente la vida. Sin que nadie se lo pida hacen suyos los pañales sucios, el fregado exquisito de los biberones y hasta el cuidado y la vigilia del bebé cuando la joven madre coge un pestañazo en medio de toda la vorágine que significa la llegada del pequeño.

Expertas en dichas y sinsabores, les falta el sueño cuando el niño enferma, y son las mejores espectadoras de cuanta gracia aprende a hacer el nieto que, en un abrir y cerrar de ojos, empieza ya en el círculo infantil.

Para muchas este acontecimiento marca el punto en que culmina su vida laboral, al pedir la jubilación pa­ra apoyar a los hijos en la crianza de esos “locos bajitos”, sin cuyo alboroto falta la alegría en el hogar. No son pocas las que asumen el ajetreo de llevarlos o recogerlos del círculo, porque los padres empiezan a trabajar en horas tempranas, o porque terminan su jornada demasiado tarde.

La escuela también les toca. A muchas se les ve cada mañana acompañar al nieto al que posiblemente reciban en la tarde para extender sus horas de infinitos desvelos.

Partícipes de la crianza y educación del pequeño, ponen en ca­da gesto una dosis de su miel. Ellas tienen la paciencia que a veces falta a los más jóvenes para conseguir respecto al niño el propósito del adulto y algunas hasta se inhiben de darle la nalgada oportuna porque es a ellas a quienes más les duele.

En el mejor de los casos la dicha de ser abuelas crece al compartir junto a sus nietos el día a día, y al ser con justeza tomadas en cuenta por los padres, al decidir cuestiones im­portantes que los incumben.

Abuelas hay que apenas sin tiempo para llorar la pérdida re­pentina de un hijo tienen que asumir la total responsabilidad en el cuidado de sus nietos, como si los años vividos no hubieran hecho mella en su actual edad, y vuelven a experimentar con el corazón más maduro —pero también más afligido—las lejanas vivencias de su primera maternidad.

Con el dolor a cuestas redoblan sus afanes en que los pequeños no sientan demasiado esa falta y lloran cuando nadie las ve para no entristecer con sus penas al retoño que ha quedado a su abrigo. La magia de su cariño seduce, protege, contagia y cala hondo, sin que consigan los nietos olvidarla jamás.

Sean cuales fueren las circunstancias en que figuran en nuestras vi­das, ellas embalsaman con su ternura la existencia de sus nietos y es­parcen en cada abrazo, consejo o re­gaño, ese “polvo de estrellas” que el universo fantástico adjudica a las ha­das, pero que en el mundo real —sa­bemos— se fabrica en el corazón único de las abuelas.

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Victor Manuel Morales Peña dijo:

1

30 de mayo de 2014

05:28:12


Estoy totalmente de acuerdo en sus comentarios ojala y comenzemos a valorar la gran aportación que hacen nuestras abuelas y en general las mujeres a nuestras vidas

Hilda Lydia dijo:

2

30 de mayo de 2014

11:31:17


Bellísima y verdadera su crónica, así mismo somos las abuelas ni mas ni menos

Rafael Castellanos Díaz dijo:

3

30 de mayo de 2014

12:06:15


Estoy de acuerdo con lo que se dice en el articulo, lo digo por experiencia propia, mi abuela fue quien me crio y aunque ya no esta viva sigue siendo la persona que más quiero en la vida.

dayan dijo:

4

30 de mayo de 2014

12:11:35


buenas tardes periodista mi mas sentido saludo hacia ud, sere breve, pues imagino la cantidad de email q debe recibir, debido a su profesion. pero no seria yo si al menos no le enviara una palabras, despues de leer en granma digital su articulo titulado: Abuelas. decirle de corazon, q me hizo llorar, del fondo de mi corazon brotaron cual manantial, lagrimas de recuerdos. me hizo volver a ser niño y revivir tantas cosas q gracias a mi abuela vivi, a ella le debo lo q soy hoy, y ud me hizo verlo tan claro, q ojala existiera la maquina del tiempo y poder volver años atras y vivir de nuevo con mi abuela todo lo vivido: el beso al dejarme en la escuela, el enseñarme con paciencia atarme los cordones, el regaño oportuno cuando me portaba mal o no me queria comer el almuerzo, el desespero al verme con fiebre, las horas de espera al no llegar temparno a casa... son tantas historias. fijese q escribiendole este correo no dejan de brotar mas lagrimas de mis ojos... ya mi abuelita, la cual adoro no es la misma, la edad, los achaques y el tiempo la tienen sentada permanentemente en un sillon, con nula movilidad, sin palabras q salgan de sus labios y casi siempre media dormida, pero asi la quiero y le agradezco todo lo q soy. a ud gracias por ese bello articulo, q seguro a muchos como yo, les hizo recordar esos tiempos. disculpe, no queria extenderme, pero la emocion del momento me llevo, gracias y por favor siga de vez en cuando haciendo ese homenaje eterno a nuestras ABUELAS.... un fiel servidor dayan meléndez acosta

Lisardo dijo:

5

30 de mayo de 2014

12:22:14


Acabo de leer su artículo sobre las abuelas y me he emocionado sensiblemente. Trabajos de sensibilidad humana como ese, hacen falta en nuestra prensa, cuando pareciera, a veces, que los abuelos son una "impedimenta" para la vida o "un mal de estos tiempos" para los jóvenes, cuando es todo lo contrario. La felicito.

dayan melendez acosta dijo:

6

30 de mayo de 2014

12:27:43


he releido su articulos mas de tres veces, no me canso de hacerlo y aun no dejan de salir lagrimas de mis ojos, es q lo senti muy profundo...gracias por esas bellas palabras ...dayan melendez acosta dayan@ipipr.rimed.cu

anamar dijo:

7

30 de mayo de 2014

15:34:32


Excelente artículo. Todo lo que dices es muy cierto, lo experimenté primero con mis abuelos a los que recuerdo con inmenso cariño y ahora porque soy abuela, serlo ha cambiado mi vida, me ha hecho ser aún más feliz.

Gonzalo Hernández dijo:

8

30 de mayo de 2014

18:01:31


Dos cuestiones diferentes , pero que confluyen a pesar de todo. El producto literario, excelente. Es raro, pero a veces lo raro, es posible. Mi abuela paterna era afectuosa, desprendida, simpática. La materna, desgraciadamente, todo lo contrario. Son dos recuerdos diferentes -por no decir opuestos- pero que dejaron en mi conciencia la convicción de que es lo dominante, que con hermosa devoción han testimoniado los colegas opinantes.

tevito dijo:

9

30 de mayo de 2014

18:31:02


Felicidades a mi hermana Osmara qe hace 1 mes y días está sintiendo todo eso y demás. Kalena que es la nieta ha llegado a bendecir la vida despu+es de tantos hechos luctuosos...Gracias

cb dijo:

10

31 de mayo de 2014

21:43:14


Felicito su crónica. Muy sincera. Afortunadamente conocí a una de mis bisabuelas y mis dos abuelas aún viven, fuertes y saludables. Si bien nunca he vivido en la casa con ninguna de ellas, sé que son un apoyo incondicional en nuestras vidas y las quiero y respeto y valoro cada sacrificio que hacen por sus nietos, sin medidas ni pretextos y a todos por igual. Lo que más me conmovió de su artículo es saber que mi mamá (fallecida) no va poder disfrutar de esta bendición de ser abuela. En unas semanas nacerá mi primer bebé y ella no va estar ahí en cuerpo presente, pero toda su alma se regocijará de tan feliz acontecimiento. Mis saludos, felicitaciones por este artículo que despierta tanta sensibilidad.

daniela dijo:

11

2 de junio de 2014

11:24:15


nuestras abuelas es lo mejor que nos ha podido suceder porque cuando queremos hacer algo y nos dejan ellas hacen todo lo posible para que nos dejen habeses las llamamos mima,mimi,mami, abuelita etc. no digo que los abuelos sean malos porque todos son buenos con sus defectos y virtudes pero son lo mejor que nos ha pasado. felicito a madelaine por su articulo saludos

Nely dijo:

12

2 de junio de 2014

12:20:58


me a encantado tu forma de ver el tema

Prusy Padrón dijo:

13

3 de junio de 2014

11:42:07


A veces por mi trabajo y por la rapidez conque pasan los días no tengo tiempo de leer ni la prensa digital, por eso en ocasiones los artículos me llegan pasados de tiempo, este por ejemplo lo conocí, porque mi hija impresionada por la belleza con la que usted ha descrito el desvelo de las abuelas, me lo leyó por teléfono, porque ella vive en la Habana y yo en P. del Río, ella no tuvo la suerte de disfrutar de una abuela porque mi madre falleció cuando ella era muy pequeña y su abuela paterna, fallecida también, nunca se preocupó. En mi opinión por su artículo se nota que tiene usted una gran sensibilidad y que siente un amor profundo por sus abuelas estén vivas o no y por eso la felicito por hacerle honor con esas hermosas palabras a las madres por partida doble, yo que recién me estreno como abuela lo sé muy bien, sobre todo porque estoy un poco lejos de mi Principito y me paso los días pensando en él, solo tiene siete meses y ya es capaz de desvelarme en las noches, ¿cómo será cuando crezca?. Gracias por la parte que me toca y le deseo muchísimas cosas buenas en su vida personal y profesional.

Navegator dijo:

14

3 de junio de 2014

13:26:15


Muy bonita la crónica, nuetras abuelas y abuelos se merecen más de lo que aveces les damos y tenemos que entender que van declinando por el paso de los años y comprender que ya no son los msmos de antes y que necesitan de nuestra comprención y apoyo en todo lo que podamos darle en esta que es su última etapa de la su .vida

Alieski Avila Martes dijo:

15

3 de junio de 2014

13:32:24


A todas las abuelas de Cuba y el mundo: Por tus enseñanzas y tus correcciones Por darme un camino nuevo para seguir Por acompañarme en las noches Por contar alguna historia para dormir Por cerrar mis ojos y apagar mi luz Por ese beso de buenas noches , Por no cerrar la puerta para cuidarme Por los años que te han llenado de experiencia Por cuidarme como a tu tesoro más preciado Por esas manos que aunque ajadas siempre tuvieron La suavidad de la seda para tocar mi rostro Y decirme a cada momento te amo…

LEORICARDO dijo:

16

3 de junio de 2014

15:12:21


este articulo esta interesante, lo que falta es que hay abuelas que prefueren a algunos nietos mas que a otros, por otro lado, periodista que linda es usted

Bertha dijo:

17

3 de junio de 2014

15:37:59


Es verdad llegado el momento cuando le nace un nieto o nieta uno como que se enamora de ellos son un pedazo mas de tu vida esos pequeños que vienen cuando uno necesita de la algarabia de esos pequeñuelos.Las abuelas es verdad que sienten doblemente ese amor por lo nietos que no hacen desvivirnos en dulzura para ellos.

Daisy dijo:

18

3 de junio de 2014

16:51:12


Excelente homenaje a las personas que hoy disfrutamos de la presencia de un nieto en la familia.Siempre supe de la grandeza de mi madre la que ha estado presente en cada proyecto de mi vida pero solo hasta ahora que disfruto de mi nieta ,es que he podido comprender con exactitud el significado de la palabra abuela.Gracias por el detalle de traernos a estas importantes páginas.Y aunque antes no pensaba en la jubilación,realmente ahora quisera tener edad para ello.

Bx2 dijo:

19

4 de junio de 2014

08:19:59


De acuerdo en todo, son las abuelas lo que mas nos hace soñar y ver la vida de otra manera, me encantó el articulo, pero que decir de los abuelos

francisco dijo:

20

4 de junio de 2014

08:46:31


Leyendo esta bella crónica, estaba pensando que Ud. retrataba a a las abuelas de mi familia, por las ramas. Y a otras muchas abuelas que conozco. Ahora las nietas y nietos de unos años atrás, nos hemos convertido en abuelas y abuelos de la nueva hornada de nietos. Los abuelos, no podemos, ni sabemos, hacer la gran obra de las abuelas, pero amamos a nuestros nietos con el alma e intentamos mostrarles parte de nuestros conocimientos de la vida. Pero, he conocido a personas de otras partes del mundo, donde el consumismo, el egoismo y otros "ismos" hacen que las abuelas no sean así. Entonces, la conducta de amor de nuestras abuelas, considero yo, forma parte de la cubanidad y son parte del sustento de nuestra nacionalidad. Una de mis abuelas, descendiente ella misma de esclavos, me contó las primeras historias que escuché sobre la brutalidad de los soldados españoles en su intento de que Cuba no fuera libre. Y mi abuelo paterno, conoció, de niño, los efectos genocidas de la reconcentración, cuando la lucha mambisa. Y me contaba las historias de como en carreta de caballos llevaban los cientos de cadáveres para enterrar. Luego, mis profesoras, otro tipo de tías y abuelas que todos hemos tenido, me completaron "formalmente" todos esos conocimientos. Mis abuelas y abuelos, mis madre y mi padre, me enseñaron todo lo bueno que sé. Las cosas malas me las enseñaron después las gente infame.