La Opinión dominante

La modelo Candice Swanepoel, el llamado “ángel dorado sudafricano”, acaba de ser seleccionada co­mo la mujer más sexy del mundo por la revista Maxim, lo que, según la Opinión dominante, la hace triun­far sobre “más de 3 000 millones de mujeres en el mundo”.

La noticia fue divulgada en numerosos medios internacionales con fotos de la agraciada muchacha, que se impuso “en cerrada lucha” a beldades como la actriz Scarlett Johhanson (segundo lugar) y la cantante Katy Perry (tercero).

Por supuesto que se trata de una “noticia” dirigida a un mundo do­minado por las futilidades del glamour y el sexismo, un universo con cientos de revistas “para hombres” que discutirán sobre la justeza de la selección, una buena parte de ellos sin detenerse a pensar que la Opi­nión dominante los manipula a su antojo porque, que se sepa, los se­leccionadores de Maxim ni siquiera se tomaron el trabajo (para poner un solo ejemplo) de tirar un vistazo por mi barrio.

Sin embargo, la Opinión dominante, esa que impera en los grandes medios y se arroga el derecho de hacer listas y más listas valorativas en nombre de una supuesta masa de calificadores, asegura que Candice —que sin duda es muy bella— supera en la categoría de “lo sexy” al gran universo femenino.

El ejemplo pudiera resultar tan frívolo como la misma selección mundana de la revista Maxim, pero viene a confirmar que la Opinión dominante, y amplificada, es una pre­sencia reiterada en cualquier es­fera de la vida; la política, la economía, la cultura, la ideología, y si no en el deporte, es porque ahí no es tan fácil hacer creer a millones de espectadores que el Barcelona es superior al Real Madrid, o viceversa.

Las mejores películas, las mejores canciones, los mejores libros, los mejores cuerpos, listas y más listas de la Opinión dominante, que si algo deja de positivo es su connotación de reto para aquellos que, en medio de la manipulación, se decidan a erigirse por sí mismos en seres libremente pensantes.