
No es eslogan, sino realidad. El clima va a cambiar, lo está haciendo aceleradamente. Es el legado que esta humanidad les ha dejado a las nuevas generaciones, pero a cuyos efectos no escaparemos los que habitamos el planeta hoy.
El cambio climático es un hecho. ¿Mitigación o adaptación? Es la reflexión que se impone, y a la que nos convoca la doctora Maritza García García, directora del Centro Nacional de Áreas Protegidas, del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA).
En el contexto del Seminario de la Escuela Nacional de Salud Pública ENSAP 2014, la especialista presentó un proyecto donde participan más de 40 instituciones, y que busca estrategias para el enfrentamiento a los efectos del cambio climático en nuestro país, desde las áreas protegidas.
“Ante las nuevas y fuertes evidencias de que la mayor parte del calentamiento observado en los últimos 50 años es atribuible a las actividades humanas —que han incrementado las concentraciones de los Gases de Efecto Invernadero en la atmósfera— tenemos la responsabilidad de darle solución, buscar adaptación y mitigación”, dijo.
Las repercusiones ya han sido estimadas. Según la doctora Maritza García, modelos matemáticos mundiales calculan para un plazo de 50 a 100 años un incremento de la temperatura del aire entre 1,5 y 6,0 °C , mientras que el nivel del mar se piensa ascienda entre 15 y 95 cm. Para los territorios como Cuba, estos efectos serían de gran impacto.
“De acuerdo con estos modelos, de no implementarse acciones preventivas, parte del territorio nacional podría sufrir serias afectaciones en zonas como la Ciénaga de Zapata, la península de Guanahacabibes y Jardines de la Reina que hoy forman parte de la red de Parques Nacionales de Cuba y del mundo”, comentó.
Otras de las repercusiones están asociadas a cambios espaciales y temporales en los patrones de precipitación, y a la mayor intensidad y frecuencia de algunos eventos climáticos extremos, dijo.
Ante este panorama, ¿qué estrategias adopta Cuba para la preservación de sus recursos naturales y la conservación del sistema de áreas protegidas, que cubre alrededor de un 20 % de la superficie del territorio nacional?
La doctora Maritza García García explicó que solo hay dos alternativas: mitigación (ir al origen del problema y reducir y las emisiones y las concentraciones de Gases de Efecto Invernadero) y adaptación (reducir los impactos adversos y sacar provecho de los impactos positivos, pues se asume que aunque haya mitigación, los impactos son inevitables).
“Abogamos por la adaptación, prever por ejemplo cuánto penetrará el mar para tener allí mangle nuevamente, de modo que ya haya una barrera establecida; los suelos no se salinicen y las producciones agrícolas puedan ser mayores”.
El clima futuro en Cuba, según el cálculo de los expertos, estará marcado por un incremento en la temperatura entre 1,6 y 2,5 °C para el 2100, más en el verano que en invierno, así como se prevé un comportamiento incierto de las precipitaciones, aumento del nivel del mar y la aridez de los suelos.
La especialista subrayó que entre los riesgos se encuentran la reducción del potencial hídrico superficial y subterráneo, y una disminución de estos recursos en verano, precisamente el periodo más lluvioso. Asimismo, podría aumentar la intrusión marina en las aguas subterráneas y reducirse la calidad de este recurso natural.
Se calcula que los bosques cubanos estarían sometidos a condiciones de aridez afectándose su desarrollo futuro, y que se modificaría el comportamiento de algunas plagas y enfermedades de los cultivos, entre otros daños, agregó.
Desde el punto de vista de la salud, otras repercusiones estarían asociadas al posible aumento de las infecciones respiratorias agudas, el asma bronquial, la hepatitis viral, la varicela y las enfermedades diarreicas agudas, entre otras.
Es por ello que nuestro país implementa desde ya disímiles estrategias de adaptación, enfatizó la doctora Maritza García, que van encaminadas a todas las áreas de la sociedad. En este sentido, señaló la importancia de acciones que promuevan el uso racional y la protección de los recursos hídricos, el perfeccionamiento de la agricultura, la conservación de los recursos forestales y la consolidación del sistema de salud pública.
También mencionó la necesidad de incrementar la capacitación de la población en temas relacionados al clima y la variabilidad climática, potenciar el desarrollo del sistema de vigilancia y predicción del tiempo y el clima, así como planes actuales de preparación y respuesta a los impactos adversos del tiempo y el clima.
Para la doctora Maritza García, el cuidado de las áreas protegidas es vital, en cuanto resguardan la integridad de los ecosistemas, moderan el efecto del clima local y atenúan tanto los riesgos como los impactos de eventos extremos como las tormentas, las sequías y el elevamiento del nivel del mar. “Son una parte esencial de la respuesta global al cambio climático.”, dijo.
“Por ejemplo, hoy la mayor y mejor conservada cuenca hidrográfica del Caribe insular está en Cuba, en el parque Alejandro de Humboldt, en el oriente del país. Muchas más naciones dependen de que manejemos bien este recurso”, concluyó


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olgarita dijo:
1
22 de mayo de 2014
16:38:10
Enrique Martínez Reyes dijo:
2
23 de mayo de 2014
09:10:16
erlan morell dijo:
3
24 de mayo de 2014
14:15:25
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