
Mientras que los científicos cubanos aún debaten el significado de las pictografías aborígenes de algunas cuevas del país, otros trazos "misteriosos" han rebasado los límites rupestres y se han incorporado, lamentablemente, a la imagen citadina.
Estos, por ejemplo, se pueden leer en casi cualquier ómnibus de transporte urbano: "Yuli la bala", "Alfredito la bala", "El Koki la bala". A juzgar por lo codiciado de la categoría "la bala", debe tratarse sin lugar a dudas de algún "título nobiliario".
Hasta hace poco, un llamativo cartel en Pinar del Río exponía: "Se plastica todo tipo de carne". Para quienes se entusiasmen con la idea, les informo que ese servicio ya no se presta. Recientemente lo cambiaron y ahora plastican "todo tipo de carné".
Quien conoce o habita la Isla casi no se alarmará con ninguno de los ejemplos anteriores porque, desafortunadamente, se han instalado en la cotidianidad. Y ese tal vez ha sido su impacto más negativo: la aceptabilidad que han generado, acaso porque no nos percatamos del deterioro social que reflejan (amén de las faltas ortográficas) o porque simplemente nos son indiferentes.
Desde hace algún tiempo, los problemas de ortografía resultan una preocupación para el sistema educacional cubano, a punto de generar titulares en varios medios de prensa —"La ortografía, un mal que acecha nuestro país" (Cubainformación, 2013), "Lo imperativo de la ortografía" (Periódico Trabajadores, 2011) — y debates en varios espacios, como la Mesa Redonda.
Pero los errores ortográficos no son solo una expresión de carencias educacionales, también son espejo del descuido, el mal gusto y de la indisciplina, porque nadie puede darse el lujo de escribir lo que desee en cualquier parte, tenga buena o mala ortografía. Después de estos grafitis nada artísticos qué puede seguir: ¿inminentes malas interpretaciones de contenidos? ¿Errores de concepto? ¿Deterioro cultural? Después de ser indiferentes ante el daño social y material que entraña garabatear una señal de tránsito, una pared... ¿qué continúa?
Lo más impresionante es cuando ambos fenómenos se unen y se observa, allá en lo alto de un edificio, o en el techo de la parada, uno de esos errores escritos en mayúsculas, como si nos estuvieran acosando. Y peor aún, puede sacarnos una carcajada.
Claro, no se trata de crear una comisión para detectar errores ortográficos o trazos de aerosol mal colocados. No. Más bien de potenciar (¿o rescatar?) las reglas de convivencia urbana y la cultura del "buen escribir" que tradicionalmente han distinguido al pueblo cubano.
Por ejemplo, ¿es posible que la portada del hotel Trocha en el Vedado—único vestigio que se atesora de esa edificación donde se alojaron el General Antonio Maceo, el poeta Rubén Darío y el ajedrecista alemán Enmanuel Lasker— esté cubierta de "grafitis", sin respeto a la memoria histórica?
¿O que las pictografías de la llamada "Cueva Número Uno", de Punta del Este, en Isla de la Juventud, estén siendo dañadas por dibujos de sus visitantes, como se dijo en este mismo diario?
La expresión cultural de un pueblo no solo se manifiesta en su arte plástico, pictórico, musical, cinematográfico... ; la proyección de sus costumbres, tradiciones, modo de vida, se aprecia hasta en los más breves gestos o enunciados.
Ciertamente, las "pictografías" urbanas nos muestran una ciudad cambiante, que se revoluciona a sí misma, con nuevas tendencias generacionales. Pero, ¿es la que queremos?


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sadiel david duque dijo:
1
17 de marzo de 2014
17:36:52
pipo dijo:
2
19 de marzo de 2014
11:30:25
sadiel david duque dijo:
3
19 de marzo de 2014
13:19:28
Claudio dijo:
4
20 de marzo de 2014
10:37:57
Manolon dijo:
5
24 de marzo de 2014
16:40:52
Vertigo dijo:
6
25 de marzo de 2014
10:27:53
Santiaguero dijo:
7
26 de marzo de 2014
10:14:18
Carlos dijo:
8
28 de marzo de 2014
14:55:34
charly dijo:
9
31 de marzo de 2014
12:20:19
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