Por su destacada contribución en el enfrentamiento a la COVID-19 y por haber garantizado durante la etapa más compleja de la epidemia el desempeño y la sostenibilidad de los principales componentes de los sistemas de vigilancia y alerta temprana de ciclones tropicales, eventos de lluvias intensas, sequía, contaminación atmosférica, ozono troposférico e incendios forestales, el Instituto de Meteorología (Insmet) recibió ayer el Sello Valientes por la vida, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la Ciencia y el Deporte.
En la ceremonia, presidida por Elba Rosa Pérez Montoya, ministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, y Niurka María González Orberá, secretaria general de la referida organización, se resaltó el aporte de los especialistas y técnicos del Insmet al Grupo de Científicos que, dirigidos por el Ministerio de Salud Pública, encabezaron el combate a la contagiosa enfermedad.
Sobresalen de manera particular los relacionados con el efecto del tiempo y el clima sobre el virus sars-cov-2, y el pronóstico de sus rangos de viabilidad para Cuba, con el empleo de modelos desarrollados anteriormente en la institución, de conjunto con el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK), para otros virus y dolencias respiratorias.
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Favorecido por la inusual persistencia de condiciones meteorológicas muy específicas de esa región del globo terráqueo, el Agujero de la Capa de Ozono sobre la Antártida ocupaba, hasta el 18 de noviembre, un área de 20 millones de kilómetros cuadrados, muy superior al promedio histórico de los últimos diez años para finales del onceno mes del calendario, cuando suele registrar una significativa reducción.
El doctor Juan Carlos Peláez Chávez, investigador y especialista principal del Grupo de Radiación Solar y Ozono Atmosférico, del Centro de Física de la Atmósfera del Instituto de Meteorología, expresó a Granma que durante 2020 el pico de extensión máxima del también llamado «hueco de la capa de ozono» ocurrió el pasado 2 de octubre, cuando alcanzó aproximadamente 25 millones de kilómetros cuadrados, muy superior a los 9,3 millones de kilómetros cuadrados, que tuvo en 2019, el más pequeño desde que científicos británicos lo detectaron por primera vez en 1985, en una de las bases de observación ubicadas en el Polo Sur.
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