Una noticia «fresca» parecía oxigenar el clima de horror que vive hoy la sufrida población palestina: Francia, Reino Unido, Canadá y Australia decidieron reconocer al Estado palestino independiente.
Pero, apenas conocido el anuncio, «un grupo de congresistas de EE. UU. dirigieron una misiva a los gobiernos de esos cuatro países, con copia al presidente estadounidense, Donald Trump, y a su secretario de Estado, Marco Rubio, en rechazo a la anunciada intención de esas naciones de reconocer el Estado palestino en el marco de la venidera Asamblea General de las Naciones Unidas, que se inicia en Nueva York».
Esa acción es parte de una realidad que cada vez se hace más terrible, y que recuerda quiénes son los verdaderos culpables del genocidio.
Rememoremos que, poco antes de las elecciones presidenciales de noviembre de 2024, en las que el aspirante republicano Donald Trump saliera beneficiado con la votación, dedicó la mayor parte de su campaña a «promesas», que con el paso del tiempo se han convertido en mentiras electorales.
Centró su cruzada en dar la imagen del Presidente que dejaría a EE. UU. «limpio de inmigrantes», aseguró que «conseguiría la paz en Ucrania tan pronto llegara a la Casa Blanca», y prometía «resolver el tema palestino y la liberación de los rehenes israelíes en manos del grupo Hamas». «En una semana lo lograré», afirmó.
Por aquellos días se hablaba mucho de que «ahora sí», y hubo hasta quien llegó a pensar que era posible que se replanteara la política hacia Cuba.
¿Ingenuidad? ¿Confusión entre deseos y realidad? Algo de las dos cosas, y mucho más. La vida y los meses que Trump lleva en la Casa Blanca han demostrado que se trata de más de lo mismo, y ahora, junto al personaje al frente de la política exterior, se hace imposible pensar con raciocinio.
Recordemos su seguridad cuando expresaba el eslogan de «promesas hechas, promesas cumplidas». Por lo menos hasta ahora, todas las promesas que dieron un halo de esperanza para un mundo de paz, han sido incumplidas.
El genocidio israelí contra los palestinos es un tema que conmueve al mundo y que cada día nos despierta con más crímenes y más niños masacrados por las bombas o por el hambre.
El Trump que se ufanó de procurar la paz, ha aumentado su involucramiento en el crimen, y no solo financia la guerra y envía armas sofisticadas para que Israel las use en el genocidio, sino que ha sido, quizá, entre todos los mandatarios estadounidenses, el que más ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU cualquier iniciativa, aunque solo sea de cese el fuego, que se haya propuesto por la comunidad internacional.
Por enésima vez, en lo que va de año, el Consejo de Seguridad se ha reunido para exigir el fin del genocidio, y todas las veces el Gobierno de Estados Unidos, léase Donald Trump, ha rechazado la iniciativa y ha apostado por continuar la masacre.
Entender esta realidad evitaría, en gran medida, confundirnos con lo que pudiera parecer la imagen de un Trump que de verdad quiere resolver los problemas. Por si el veto en la ONU fuera poco, es el propio Trump el autor de la propuesta de convertir a Gaza en una Riviera turística, y para ello, si aún quedara algún palestino allí, expulsarlo hacia otros países. Es decir, definitivamente dejar a los palestinos sin patria, sin país.
El crimen en Gaza y en toda Palestina supera cualquier imaginación y, de verdad, no es solo Netanyahu quien tiene las manos y el alma embarrados de sangre, es, también, y en mucho mayor medida, cada gobierno y cada mandatario que ha ocupado la Casa Blanca. Trump no es la excepción.
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