Prohibido dar a luz

La semana que dejamos atrás ha sido especialmente esclarecedora respecto a los modos del poder real en América Latina y a los márgenes –¿reales?– de maniobra de una izquierda mínimamente consecuente, o que tan siquiera lo intenta, cuando llega a una instancia de poder en las democracias liberales.

Justo el pasado lunes, la diputada Karol Cariola se hizo noticia en Chile, luego de que la Policía de Investigaciones, por orden de una fiscalía regional, efectuara un allanamiento a su vivienda, ante el presunto delito de tráfico de influencias.

Hasta ahí… no pasa mucho, pero todo cambia cuando recordamos que Karol Cariola es militante del Partido Comunista de Chile, que funge hoy como presidenta de la cámara de diputados y diputadas de la nación –qué haces por allá arriba, «roja de m…»– y… todo cambia, fundamentalmente, cuando sabemos que apenas dos horas antes de la irrupción policial en su morada, Karol Cariola había dado a luz a su hijo Borja, tras un trabajo de parto que tardó aproximadamente un día entero.

¿Usted sabe lo que es un parto de 20 horas? ¿Sabe todo lo que pasa por la mente y ocurre en el cuerpo? ¿Alguna vez ha sentido una contracción de parto o se la han contado o ha visto el rostro de la mujer que lo vive? ¿Conoce el movimiento errático y debilucho del cuello de un recién nacido, su fragilidad? ¿La noción de inseguridad que abrigan los padres y las madres, que no saben si todo irá bien con el niño, con la recuperación posparto, con la primera noche, con si grita mucho o poco o si es normal que tenga la cabeza de esa forma? ¿Sabe lo que es prácticamente no poder moverse y necesitar ayuda hasta para acomodarse en la cama e, incluso así, dar de lactar?

Son un breve porciento del tormento mínimo que habita en la mente de una madre cuando han pasado dos horas o 20 de dar a luz.

Si la respuesta que a usted le nace ante estas preguntas es sencillamente un «sí», pues no tendrá duda de que las autoridades que entraron a esa casa, y que luego llegaron hasta el mismísimo hospital, no estaban buscando mensajes de texto en el teléfono o el ordenador que incautaron; sino, más bien, derrumbar emocionalmente a una lideresa en el justo instante en que más vulnerable se encontraba.

Fue tan torpe la jugada, que los medios internacionales han efectuado escasa mención al hecho, porque por mucho que abunde el anticomunismo, hay bastante consenso y sentido común en torno a lo que es una mujer que recién pare y un niño que apenas nace.

Fue tan inefectiva, que Karol Cariola, según asegura, ha sumado a sus causas de lucha la de no permitir que otra mujer en Chile vuelva a sufrir lo que ella y su hijo, en unas circunstancias como las descritas.

Pocos días después, en las marchas del 8 de marzo por la dignidad y los derechos de la mujer, entre los símbolos que ocupaban las calles de Chile estaba el del diminuto puño cerrado del recién nacido Borja, que desde muy temprano, mediante el movimiento nervioso de la piel de su madre, le ha tocado conocer la clase de mundo al que está llegando.