Solo 48 horas fue el plazo concedido por Elon Musk, mano derecha del presidente Donald Trump, a los trabajadores federales para responder a un ultimátum que exigía explicar si sus puestos laborales tenían contenido.
El encargado de Departamento de Eficiencia Gubernamental, en contubernio con el mandatario, recientemente desató una gran polémica y oposición dentro de varias agencias del Gobierno, porque los trabajadores debieron enviar, mediante un correo electrónico, la información que decidía sus destinos.
Cientos de miles estuvieron obligados a detallar cuáles tareas llevaron a cabo en la semana precedente al ultimátum, exponiéndose al riesgo de ser despedidos o de ver rebajados sus salarios. La acción del «ilustre» estratega trumpista va por recortar el gasto público, a pesar de haber chocado con la oposición de los jefes del FBI y el Departamento de Estado.
Como efecto inmediato del atropello, quedaron sin trabajo cientos de meteorólogos y empleados de la noaa (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica), responsable del pronóstico del tiempo a nivel mundial, la predicción de huracanes y otros servicios cruciales. La imposición ha dejado sin empleo a talentosos científicos, quienes han dedicado sus vidas al bienestar de la sociedad. El disparate tendrá por consecuencia una significativa baja en la calidad de los reportes meteorológicos, consideran especialistas en el tema.
Es una bronca entre el caos y la locura, con matiz de cacería a mansalva. El FBI rechazó la nota de Musk, aun cuando Kash Patel, confirmado por el Senado de Estados Unidos como director de ese organismo, es cuestionado por su inexperiencia para asumir el cargo. Patel es otro que sobresale por aplicar métodos de coerción, al hacer declaraciones amenazantes contra medios de comunicación y prometer realizar persecuciones judiciales a opositores del mandatario.
Los recortes de EE. UU. afectan, en la práctica, a todas las áreas de la ayuda humanitaria, incluyendo la asistencia sanitaria que coordina la Organización Mundial de la Salud (OMS), una operación por la que dejará de recibir 46 millones de dólares este año, para las necesidades más urgentes del territorio arrasado de Gaza.
El dúo Trump-Musk piensa que ese dinero puede ser invertido en acabar de eliminar a esa sufrida población desplazada de su tierra natal destruida, convirtiendo el lugar en una gran zona turística, con la invitación al concurso de capital extranjero, incluidos inversores estadounidenses, por supuesto, encabezados por la mencionada multimillonaria pareja de ese país.
El ocupante de la Casa Blanca también quiere vetar a la agencia de noticias Associated Press (AP), decisión que un juez le invitó a reconsiderar. La situación se originó porque la AP continuaba llamando, por su nombre original, Golfo de México, en lugar del adoptado por el mandatario Golfo de América. Los periodistas de esa agencia tampoco pueden acceder a las ruedas de prensa en la Oficina Oval, ni subir al avión presidencial Air Force One.


 
                        
                        
                        
                    












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