ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
En sus dos primeras semanas de mandato, Donald Trump deportó a a casi 6 000 inmigrantes Foto: AP

Elena es un gran ser humano y una buena profesional, pero hoy su alma limpia o su excelsa labor de editora son atributos que no le valen; ella está etiquetada con un cuño del mal. Elena es una inmigrante.

Tiene el miedo en los ojos, no va a la a tienda, no sale a comprar alimentos, y tampoco va a los hospitales. En Estados Unidos es vista como criminal, aunque haya votado por el Presidente que, en sus primeras dos semanas de mandato, detuvo a 8 768 personas como ella, y deportó a casi 6 000, según estadísticas del Departamento de Seguridad Nacional de ese país.

Donald Trump había prometido «comenzar con las deportaciones masivas de criminales violentos dentro de nuestras fronteras». ¿Pero es así como dice?

Cifras que dio a conocer el diario El País, de España, dan cuenta de que uno de cada cuatro extranjeros en territorio estadounidense es un migrante indocumentado; que al menos 11 millones de personas residen irregularmente por toda su geografía, y que el 77 % lo hace desde hace cinco años o más, de acuerdo con datos del último censo de 2022.

Sin embargo, precisa que menos del 4 % de los indocumentados tiene antecedentes criminales.

BBC entrevistó a la jurista Juliet Stumpf, profesora en Lewis & Clark Law School, en Oregon, quien afirmó que, cuando escuchó por primera vez de las detenciones de esas personas, pensó que las llevaban a hoteles o lugares de estadía temporal, hasta que pudieran resolver su situación. Pero ella investigó, y encontró que algunos centros de detención son propiedad de Estados Unidos, y son dirigidos por compañías que solían gestionar prisiones privadas.

«Ahora esas empresas tienen a miles de inmigrantes en centros de detención que solían ser prisiones privadas o que, cuando se construyeron, lo eran». Entonces, aseguró que «los centros de detención no solo funcionan como cárceles y prisiones, sino que, en realidad, son o fueron cárceles y prisiones».

Lo confirma cbs News, que publicó que, hasta el pasado martes 5 de febrero, la ocupación en los centros de detención de ice alcanzaba el 109 %, con cerca de 42 000 individuos bajo custodia, a pesar de contar con una capacidad oficial de 38 251 camas en prisiones privadas y cárceles locales.

Entonces, ¿quién es el criminal? ¿Acaso son los que han llegado a Estados Unidos desde México, de naciones de Centroamérica o de otras de Latinoamérica y del Caribe? Claro que no, porque ellos intentan escapar del hambre, la pobreza y el subdesarrollo que les han sembrado en sus pueblos.

¿Quiénes les plantaron esas penurias? Los mismos que hoy los rechazan, los gobernantes estadounidenses, ahora enfundados en trajes de fascistas misóginos, con el argumento de que solo hay hombres y mujeres, que esa es la raza.

Razón tiene Robert De Niro, ganador de dos premios Óscar por sus actuaciones en las películas El padrino ii, como un joven Vito Corleone, y Toro salvaje, encarnando a Jake LaMotta: «He pasado tiempo estudiando a los hombres malos. He examinado sus características, sus gestos y su crueldad. Hay algo diferente en Trump. Cuando lo miro, no veo a un hombre malo; veo a un malvado».

Elena nos compartió, desde sus redes sociales, algo que el Jefe de la Casa Blanca debía repasar. Esta es una breve síntesis de su post: «Nuestro alfabeto es latino y nuestro sistema numérico es árabe; vemos películas del Oeste, escuchamos canciones del Oeste, y jugamos videojuegos del Oeste, con tecnología del Este, en máquinas del Este. Vivimos en un mundo que fue un solo continente, con un solo océano que, probablemente, se convertirá en un solo continente y un solo océano de nuevo. Es un mundo mezclado y, aunque no lo aceptemos, tenemos un mismo origen y un mismo destino; habitamos la Tierra, y el futuro de ella será nuestro futuro».

Pero si Trump no mira al inmigrante, está claro que tampoco lo va a escuchar; o tal vez prefiera la sordera a que este le diga que él mismo es hijo de una inmigrante escocesa, quien se casó con el hijo de una familia de inmigrantes alemanes, y está casado con una eslovena; y divorciado de una checa. O que le repitan que los estadounidenses fueron gobernados, por ocho años, por el hijo de un hombre kenyano y una mujer estadounidense, que se conocieron en una clase de ruso, en Hawai.

Cuando De Niro ve al malvado, nos regresa la meridiana sentencia de Fidel sobre la migración: «El dinero y las mercancías pueden cruzar las fronteras, los seres humanos no».

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