Marco Rubio al frente de la USAID: el clásico comején que le cayó al piano

La crisis de la otrora poderosa Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), fachada de los servicios especiales estadounidenses y punta de lanza de las acciones encubiertas de carácter civil planeadas en Washington, parece tocar fondo.

El 3 de febrero, la página web del Departamento de Estado publicó la decisión del presidente Donald Trump de nombrar a Marco Rubio como administrador en funciones de la institución.

«Como medida provisional para obtener el control y una mejor comprensión de la actividad de la agencia, el presidente Donald J. Trump ha nombrado al secretario de Estado Marco Rubio, administrador en funciones», notificó el Departamento.

En un viaje oficial a El Salvador, Rubio compartió esta información, y denunció que la entidad «se niega a alinear sus proyectos con los intereses de la política exterior estadounidense».

El Secretario se mostró «muy preocupado» por las informaciones que llegaron a su oficina, indicando que los empleados de la agencia se están «negando a cooperar» con personas vinculadas al nuevo gobierno de Donald Trump.

«Cada dólar que gastamos, cada programa que financiamos debe estar alineado con el interés nacional de Estados Unidos, y la Usaid tiene un historial de ignorar eso y decidir que, de alguna manera, son una organización benéfica global, separada del interés nacional», afirmó el funcionario.

¿Pero bueno, no aseguraron siempre desde Washington que la Usaid era una institución independiente?

Que nunca lo fue estaba claro, sobre todo para las víctimas de sus acciones, que incluyeron golpes de Estado, financiamiento a grupos terroristas, creación de ONG especializadas en la desestabilización y el caos, guerra multiforme, entrenamiento a torturadores y asesinos, y un largo etcétera.

Resulta interesante constatar que el anuncio ocurre después de las declaraciones, en la red social x, del magnate Elon Musk, en las que aseguraba que Donald Trump había aceptado desmantelar la agencia. Sin embargo, ahora Rubio asegura que «las funciones de la Usaid van a seguir».

En realidad, de lo que se trata es de reacomodar las funciones de la institución y subordinarla a los intereses de los nuevos integrantes del poder real en ese país.

La Usaid, creada por una ley del Congreso, tiene un presupuesto de 42 800 000 000 de dólares destinados a sus actividades, y cuenta con unos 10 000 empleados, centenares de ONGS y otras agencias del Gobierno subordinadas o aliadas. Demasiado poder para dejarla de lado.

Por lo pronto, todo parece indicar que la institución queda bajo el paraguas del Departamento de Estado, y en las manos de su Secretario.