Israel y el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) acordaron ayer una tregua en la Franja de Gaza, aunque todavía con temas pendientes.
Mediado por Catar, Egipto y Estados Unidos, dos salieron casi a la par, y primero que nadie, a hacer el anuncio, como pujando por el crédito: el todavía presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el próximo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump.
Sin embargo, el cese el fuego en Gaza y el intercambio de rehenes es el producto de la exigencia internacional, la condena al genocidio israelí contra la población palestina, y los esfuerzos negociadores realizados en Doha, Catar.
El primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, confirmó el acuerdo, y dijo que comenzaría a regir desde el 19 de enero, según reportes de Sputnik.
El representante de Hamas, a su vez, declaró que «el Movimiento respondió de manera responsable y positiva a la propuesta, guiado por su compromiso con nuestro firme pueblo, en la Franja de Gaza, de detener la agresión sionista y poner fin a las masacres y a la actual guerra genocida a la que están siendo sometidos».
En tanto, representantes del premier sionista, Benjamín Netanyahu, dijeron que «quedan puntos pendientes del acuerdo», algunos de los cuales debían pactarse anoche.
El acuerdo define tres fases. En la primera, que durará seis semanas, Hamas entregará 33 rehenes, mientras que Israel comenzará a retirar sus tropas de varios puntos de Gaza y liberará a cientos de presos palestinos, permitiendo que ciudadanos árabes desplazados regresen a sus hogares.
En la segunda fase, Hamas liberará los restantes 65 rehenes israelíes, mientras que Israel pondrá en libertad a unos mil presos palestinos, y retirará a sus soldados por completo de la Franja de Gaza.
El genocidio israelí contra ese enclave ha cobrado más de 46 600 muertos verificados, la mayoría de ellos niños y mujeres, y una enorme cifra, por definir, de desaparecidos bajo las ruinas de los edificios destruidos.
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