CARACAS, Venezuela.–Lo que debería ser una fiesta puertas adentro, para celebrar lo que decidió el pueblo en las urnas, se ha convertido en el epicentro de una «comidilla» internacional, y figuras que no recibieron invitación intentan adjudicarse el derecho de asistencia. Peor aún, pretenden ser los protagonistas de la ceremonia.
Cuando el reloj marque el mediodía de este 10 de enero, el Palacio Federal Legislativo de Venezuela acogerá la juramentación de Nicolás Maduro como Presidente para el periodo 2025-2031.
Ante la inminencia de ese suceso, el excandidato de la extrema derecha, Edmundo González Urrutia, intentó revertir el orden constitucional con un llamado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANAB) a «rechazar cualquier intento de usurpación del poder por parte del dictador, Nicolás Maduro».
La respuesta fue precisa: un rechazo categórico al «payasesco y bufo acto (…) que no tendrá el más mínimo calado en la robusta conciencia patriótica de la FANAB», que en voz de su general en Jefe, Vladimir Padrino López, aseguró que ratificará «el irreductible compromiso con la democracia venezolana»; y reconocerá a Maduro «como Presidente Constitucional».
El video de González Urrutia dirigiéndose al ejército comenzó a circular en las redes justo tras su arribo a Estados Unidos, donde se reunió con Joe Biden, cuando restan pocos días para la salida de este de la presidencia. La estrategia parece ser agitar –sin muchos frutos– a la comunidad internacional.
Así, en su periplo regional, visitó a otros mandatarios, Javier Milei, en la Casa Rosada, y el saliente Luis Alberto Lacalle Pou, de Uruguay. Además, en la sede de la oea fue recibido por su secretario general, Luis Almagro. ¿Seleccionados al azar los destinos de la gira? Todos los personajes que le abrieron las puertas son reconocidos desafectos del proceso revolucionario bolivariano.
Este recorrido, unido a los constantes intentos de desestabilización de la paz alcanzada en la última etapa, en unión cívico-militar, es muestra de la estrategia de la extrema derecha, que zigzaguea desde 2002 entre la insurrección y la aparente diplomacia, para lograr su objetivo de asirse con el poder.
Esta vez han elegido a un prófugo de la justicia para protagonizar su circo antidemocrático. González Urrutia está acusado de conspiración, complicidad en el uso de actos violentos, forjamiento de documentos, legitimación de capitales, desconocimiento a las instituciones del Estado, instigación a la desobediencia y asociación para delinquir.
Sin embargo, hasta ahora la estrategia no les ha funcionado con los pueblos que están del lado del bien y que no responden a los designios del dólar. De esa manera, no solo los poderes Electoral y Moral Republicano de la nación han revalidado su compromiso con la paz y la autodeterminación, sino que, de diversas partes del mundo, han llegado mensajes de apoyo al líder chavista y al pueblo que democráticamente lo eligió.
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